Читать онлайн книгу "El craneo de Tamerlan"
El craneo de Tamerlan
Sergey Baksheev
La maligna energГa del crГЎneo de TamerlГЎn ha provocado guerras y millones de muertos en la historia. Poseer el crГЎneo da poder. Al menos, eso cree un montГіn de fanГЎticos. El estudiante Tikhon Zakolov tiene una lucha a muerte con varios de esos fanГЎticos que desean conseguir el crГЎneo.
El craneo de Tamerlan
Sergey Baksheev
© Sergey Baksheev, 2020
ISBNВ 978-5-4498-5667-8
Created with Ridero smart publishing system
Sergey Baksheev
EL CRANEO DE TAMERLAN
La novela
Traductor de ruso: Oscar Zambrano Olivo
PresentaciГіn
La maligna energГa del crГЎneo de TamerlГЎn ha provocado guerras y millones de muertos en la historia. Poseer el crГЎneo da poder. Al menos, eso cree un montГіn de fanГЎticos. El estudiante Tikhon Zakolov tiene una lucha aВ muerte con varios de esos fanГЎticos que desean conseguir el crГЎneo.
1.– Moscú. El Kremlin. 1962
El regordete dedo Гndice del secretario general del CC del PCUS[1 - CC del PCUS: ComitГ© Central del Partido Comunista de la UniГіn SoviГ©tica.] apartГі la pesada cortina. Nikita Sergeevich Khrushchev mirГі aВ travГ©s de la gran ventana. El cielo triste de ese Octubre de 1962В agobiaba aВ MoscГє. El viento frГo arrastraba nubes color metГЎlico desde occidente. Esas nubes gordas trataban de atrapar las estrellas rojas de las puntas de las torres del Kremlin. En cualquier momento podГan estallar truenos. Y podГa esparcirse la desagradable neblina con ayuda del viento.
Una inestabilidad similar habГa en el alma del secretario general. De la decisiГіn que tomara ahora dependГa la suerte del planeta. En la habitaciГіn contigua esperaba la orden el ministro de defensa. El jefe del comando de misiles estratГ©gicos se rascaba las manos de la impaciencia. Ahh, como me gustarГa disparar estos cohetes patriГіticos, que pusimos en Cuba, aВ la madriguera del imperialismo, los Estados Unidos de AmГ©rica. Las fuerzas armadas de la gran UniГіn SoviГ©tica estaban listas como el sprinter en los tacos de salida. Los submarinos con sus cabezas nucleares colocados cГіmodamente frente aВ Washington, los pilotos en las cabinas de los bombarderos estratГ©gicos se turnaban, las escotillas de los compartimientos de los cohetes balГsticos estaban abiertas. Todos esperaban las Гіrdenes del comandante supremo Khrushchev.
En la vГspera, el BurГі PolГtico habГa aprobado los escenarios por las provocaciones del adversario. El ministro de relaciones exteriores habГa preparado un discurso sobre el necesario golpe de respuesta y los embajadores en paГses amigos habГan recibido instrucciones detalladas sobre el tratamiento de la crisis del Caribe.
Pero el secretario general estaba tomando demasiado tiempo para decidir. El esperaba el paquete, de vida oВ muerte, que le traerГan de Samarkanda. Nikita Sergeevich recordaba muy bien las misteriosas palabras de Stalin, dejadas caer, en una de las sobremesas de su estrecho cГrculo de allegados: “El TalismГЎn de la Guerra, – pronunciГі en voz baja el bigotudo dueГ±o de la mitad de Europa y de Asia y entonces, con malicia, arrugГі los ojos y terminГі la frase. – Es el TalismГЎn de la Victoria”.
Con el ГЎnimo caГdo, Khrushchev se mirГі la uГ±a mordida. En minutos de nerviosismo le volvГa, invariablemente, la costumbre infantil de meterse un dedo aВ la boca. Con irritaciГіn, su mano gorda sostenГa la cortina. El secretario general dirigiГі su mirada al pomposo reloj de piso con el escudo de la UniГіn SoviГ©tica y lleno de piedras preciosas.
Grigori Averianov, general de la KGB, enviado aВ una misiГіn secreta en Samarkanda, se demoraba en volver. Г‰l debГa traer al Kremlin una reliquia temible, una reliquia que tenГa una enorme fuerza mГstica. Si solo la tocara, Khrushchev estarГa listo para tomar una decisiГіn, crucial para el paГs y para todo el planeta: dar la orden aВ los mariscales impacientes que ya tenГan diecisiete aГ±os nostГЎlgicos por las acciones guerreras grandes.
Khrushchev levantГі la bocina de uno de los innumerables telГ©fonos que tenГa en su escritorio y preguntГі:
– Donde está Averianov? – El nervioso dedo del secretario general estaba en una comisura de los labios.
– Nikita Sergeevich, el avión está aterrizando en Vnukovo[2 - Uno de los aeropuertos de Moscú.]. – El asistente reportó suavemente.
– Bueno. – suspiró el secretario general y se mordió la punta de la uña.
Con mucha prestancia, Grigori Averianov saltГі del aviГіn militar aВ la pista del aerГіdromo, sin esperar aВ que pusieran la escalerilla. El chorro de aire que generaba la gran hГ©lice golpeГі al general. El tratГі de mantener el equilibrio pero, al parecer, la edad le jugГі una broma. El cuerpo regordete del general se cayГі sobre su lado izquierdo de tal manera que la banda roja decorativa del pantalГіn se separГі de Г©ste y quedГі batiГ©ndose en el aire inelegantemente. El general se soltГі en una sarta de improperios, que ademГЎs se le habГan acumulado en el corto e inГєtil viaje aВ Uzbekistan.
El “Volga” negro dio vuelta frente aВ la trompa del aviГіn y se dirigiГі hacia el general que se levantaba sacudiendo, nerviosamente, el abrigo que se ensuciГі. De la puerta del chofer saltГі un joven teniente de la seguridad del estado, cuyos rasgos recordaron ligeramente el severo perfil de Averianov y se apurГі aВ recoger la gorra caГda del general.
– Donde puede estar ahorita ese maldito profesor? – sin responder al saludo, bramó el general.
– En su sitio de trabajo, en el instituto de paleontologГa. —
– Vamos para allá. Rápido! – ordenó Averianov y tiró la gorra en el asiento trasero del auto.
– Llamo al grupo de apoyo, camarada general? —
– Tu por quien me tomas, hijo? De este infeliz me encargo yo solo. Averianov no perdona a quienes tratan de engañarlo! —
El automГіvil nuevo con placas oficiales pasГі sin problema por la alcabala vigilada del aeropuerto y se dirigiГі hacia MoscГє por el camino que estaba solitario. El teniente Grigori Averianov se inclinГі hacia el abrigo polvoriento del general Averianov. Preguntarle algo aВ su padre alterado, despuГ©s que este habГa hecho un viaje inГєtil aВ Samarkanda, era peligroso. Solo notГі que el general sacГі la pistola de la incГіmoda funda y se la puso en la cintura habiendo comprobado el cargador. DespuГ©s de eso el general, cansado, cerrГі los ojos. Las preocupaciones se le marcaban en el entrecejo.
2.– Baikonur. La residencia estudiantil. 1979
Tikhon Zakolov observaba, con interГ©s, aВ la moteada araГ±a cazadora que se preparaba para el salto. AВ este gran ejemplar, con bandas blancas y negras en el lomo, le venГa muy bien el nombre de Zebra Spider. Tikhon habГa tomado la “cebra” de ocho patas de una pared de un cafГ© cerrado que habГa en la playa del rГo Sir Daria, y la habГa traГdo aВ la residencia.
Ahora la araГ±a estaba aВ la expectativa en el travesaГ±o superior de la ventana con la cabeza hacia abajo. Un par de ojos grandes en el centro de la cabeza y otros seis aВ los lados seguГan unas moscas de verano que chocaban estГєpidamente contra el vidrio. Apenas una mosca se detuvo en Г©l, la araГ±a se impulsГі con dos pares de sus patas traseras y en un vuelo medido cayГі sobre la vГctima y la prensГі con sus enormes tenazas. Los hilos de su tela sostuvieron aВ la araГ±a cazadora en el vidrio liso.
El flaco narizГіn de primer aГ±o Dmitri Kushnir apareciГі y, tГmidamente, entrГі en la habitaciГіn.
– No te da miedo vivir con ese monstrico? – Se interesó Dmitri, observando como la araña cebra se encargaba de la mosca.
– Es una belleza. – RespondiГі Tikhon. – Su destreza la puede envidiar cualquier insecto. Esa araГ±a saltadora es una excelente atleta. Esa no construye una red y espera por horas su presa. Ella solo cuenta con su destreza, caza en las paredes y nunca se cae. ImagГnate que una persona pudiera hacer esas cosas. AВ propГіsito, en AmГ©rica sacaron una pelГcula acerca de un hombre araГ±a. En ella lo representan como un hГ©roe bueno. Y eso es correcto.
Tikhon mirГі comprensivamente aВ Dmitri. Un par de meses atrГЎs habГa defendido al muchacho desgarbado de unos malandros borrachos y desde ese momento se ganГі el aprecio del buen ajedrecista que era Dmitri.
Cuando llegГі al tercer aГ±o en el instituto, Zakolov ya se habГa dado cuenta que no tenГa contendientes dignos en ajedrez, ni en el instituto, ni en la residencia. Eran pocos los que deseaban perder continuamente y aВ Tikhon no le gustaban las victorias fГЎciles. Dmitri Kushnir era el campeГіn de ajedrez de Tashkent entre los adolescentes. Para jugar con Г©l, Tikhon necesitaba todo el cerebro. Ese ejercicio intelectual lo excitaba y una victoria difГcil lo llevaba aВ un estado de Г©xtasis.
Esta vez, en vez de un tablero de ajedrez, Dmitri tenГa en la mano un periГіdico, doblado al tamaГ±o de un sobre. TГmidamente desdoblГі el periГіdico y, con un dedo, seГ±alГі un artГculo grande en la Гєltima pГЎgina del periГіdico de Tashkent, “Juventud Oriental”.
– Mira, un artГculo de mi hermana. —
Bajo la columna: “Lo evidente— lo improbable” se destacaba el tГtulo:
LA MALDICION DE LA TUMBA DE TAMERLAN
La firma en la parte inferior resaltaba: Tamara Kushnir.
– Tu hermana es periodista? – preguntó Tikhon ligeramente asombrado.
– Estudia en la facultad de comunicaciГіn social de la universidad. Bueno, estudiaba. – Dima aГ±adiГі, con cierta tristeza. – La expulsaron despuГ©s de que escribiГі este artГculo…. En cuarto aГ±o. Y destruyeron todos los ejemplares del periГіdico. —
– Todos? – Tikhon seГ±alГі el que tenГa en la mano.
– Fue el Гєnico que quedГі. Tamara lo tomГі de la tipografГa. Hizo mucha bulla alardeГЎndose. El tiraje no saliГі aВ la venta. Y destituyeron al redactor-jefe. AВ la casa vinieron aВ buscar el ejemplar, pero Tamara consiguiГі disimularlo y conservГі el artГculo. Tomaron los borradores que ella habГa hecho y se fueron. —
– Que hay ahà de sedicioso? Un llamado contra el poder soviético? —
– No! Que te pasa? Yo no entiendo. Léelo tú. —
Tikhon se quedГі mirando al muchacho preocupado y se imaginГі la figura encorvada como un signo de interrogaciГіn. Entonces le propuso:
– Juguemos una partida de ajedrez. Para conspirar. —
– AjГЎ. Voy aВ traer el tablero. – Dmitri se apurГі aВ salir, pero cerca de la puerta se detuvo. – Pero, del artГculo, tГє no le digas aВ nadie…. —
– No te preocupes…. Cerramos la puerta. —
Tikhon alisГі la hoja de papel y se enfrascГі en la lectura.
“Yo iba al encuentro de esta persona y no me imaginaba el misterio que me iba aВ transmitir. Inicialmente me habГa hecho aВ la idea de conversar con el conocido camarГіgrafo de cine, de Uzbekistan, Malik Kasimov, acerca de tomas fotogrГЎficas en el frente de la Gran Guerra Patria[3 - El nombre ruso para la 2ВЄ. Guerra Mundial.]. Como se arriesgaba la vida, en el calor, en el frГo, para fijar el rostro de los soldados en la pelГcula cuando iban al ataque, en los sangrientos combates con los fascistas, el instante de las victorias y la tristeza de la muerte.
Sin embargo, desde el mismo principio, la conversaciГіn con el camarГіgrafo, en su casa de Tashkent, cogiГі otro rumbo.
– Usted sabe que yo pude evitar la Gran Guerra patria? – Con voz triste me preguntó.
– Usted pudo detener una guerra que duró cuatro años y que se llevó la vida de decenas de millones de seres humanos? – Me confundió.
– Si yo hubiese tenido la firmeza y la decisión, la guerra no hubiese comenzado. —
DespuГ©s de esas palabras tan intrigantes, yo fui toda oГdos. Que historia mГtica me contГі el laureado en arte de la RepГєblica SoviГ©tica de Uzbekistan, y yo no tenГa ninguna base para poner en duda sus palabras.”
Dmitri Kushnir regresГі con el tablero de ajedrez, comenzГі aВ colocar las piezas pero, de pronto recordГі y regresando aВ la puerta, la cerrГі con llave.
– Es tu turno de jugar con las blancas. – le dijo a Zakolov y se sentó frente a él.
Tikhon, quien preferГa las partidas abiertas, automГЎticamente moviГі hacia adelante el peГіn del rey y continuГі la lectura.
“Iosif Vissarionovich Stalin tenГa en muy alta estima al genio de la guerra y seГ±or de Asia, el emir Timur, mejor conocido por el nombre de Tamerlan. En su libro de historia, Stalin subrayГі que, justamente, los ejГ©rcitos del emir cojo vencieron aВ la Horda de Oro, gracias aВ lo cual, Rusia, finalmente, se liberГі del yugo mongol. Entonces el deseo de buscar la tumba del gran guerrero dominГі la mente de varias generaciones de cientГficos. Pero la decisiГіn de la expediciГіn la tomГі Stalin personalmente en el aГ±o 1941. AdemГЎs de los historiadores, lingГјistas y arqueГіlogos que estaban en la expediciГіn, fue incluido el conocido antropГіlogo Guerasimov. AВ partir del crГЎneo de Tamerlan, Г©l debГa reconstruir el rostro del gran guerrero.
El grupo expedicionario llegГі aВ Uzbekistan en junio de 1941. Como camarГіgrafo yo fui con el grupo de cientГficos. Yo debГa filmar todas las etapas del momento histГіrico.
En aquel momento nadie sabГa exactamente donde estaba enterrado Tamerlan. Unos pensaban que Г©l descansaba en su ciudad natal Shakhrizabz. AllГЎ hay un mausoleo, en el cual, todavГa en vida del emir, Г©l ordenГі construir una tumba profunda. Pero Tamerlan muriГі durante un recorrido en China en el aГ±o de 1405. Y el jefe de la expediciГіn, el acadГ©mico Kary-Niazov estaba convencido que al emir no lo llevaron de vuelta aВ su paГs sino que lo enterraron en el camino en Afganistan. Sin embargo, Guerasimov insistiГі en hacer las excavaciones en Samarkanda.
ExistГa la teorГa de que Tamerlan poseГa una colosal densidad de energГa negativa. Su biocampo electromagnГ©tico de una fuerza enorme le permitiГі tomar el poder y, en un corto tiempo, conquistar decenas de paГses, destruir cientos de miles de enemigos y construir el mГЎs grande imperio en los espacios abiertos de Asia. Su poder, al igual que su crueldad, no tenГa lГmites. Con la muerte de Tamerlan la energГa desapareciГі y el enorme imperio se dispersГі en kanatos separados. Inclusive aВ su amado nieto, el inteligente Ulugbek, lo ejecutaron, de manera indigna, cortГЎndole la cabeza.
Pero la energГa, por las leyes de la fГsica, no desaparece. Ella se transforma,В o….
Con estas palabras, Malik Kasimov, significativamente, seГ±alГі con el dedo hacia abajo.
O, los restos de Tamerlan conservaron la gigantesca energГa mГtica.”
Tikhon Zakolov separГі el artГculo de sus ojos, ponderГі la situaciГіn en el tablero e hizo un movimiento con un alfil. Kushnir respondiГі con un peГіn y dijo:
– Por ahora nuestra partida repite la partida española del campeonato del mundo entre Karpov y Korchnoi en Baguio. —
– Y ahГ, quien ganГі? —
– Fue empate. —
– El empate no me satisface. – Y Tikhon movió la reina hacia adelante de manera agresiva.
– Esa jugada estГЎ contra la teorГa.—
– Nadie lleva arañas a su casa. Y a mà me gusta. —
Con temor, Dmitri mirГі hacia la araГ±a Zebra, la cual estaba cazando la segunda mosca, y se concentrГі. Tikhon siguiГі leyendo el artГculo.
“Guerasimov creГa en la fuerza energГ©tica del gran emir. Г‰l sabГa que en 1925, un cientГfico, fГsico Г©l, habГa medido un fuerte campo electromagnГ©tico alrededor del mausoleo Gur Emir en Samarkanda, el cual, el mismo Tamerlan ordenГі erigir en honor de su nieto caГdo. Muchos habitantes de la localidad contaban sobre fenГіmenos inexplicables que ocurrГan en las cercanГas del bello pero inquietante mausoleo. Por eso se decidiГі empezar las excavaciones en Gur Emir, que ademГЎs, en la traducciГіn, eso significa mausoleo del Emir.
Durante mГЎs de cinco siglos nadie habГa irrumpido en el santuario del clan de Tamerlan, que comprendГa nueve tumbas. Las excavaciones comenzaron el 16В de junio de 1941. Se movieron desde las tumbas mГЎs lejanas hacia el centro. Primero, abrieron las tumbas de los hijos de Ulugbek. El 18В de junio removieron los restos del nieto de Tamerlan, el gran sabio Ulugbek. En esto no hubo ninguna duda. Era conocido que Ulugbek habГa sido decapitado por sus investigaciones cientГficas. En la tumba, el crГЎneo estaba aparte y un Guerasimov contento mostraba las vГ©rtebras del cuello, cortadas.
El trabajo se desarrollaba lentamente. Las placas de las tumbas eran pesadas, y aВ veces los cabrestantes no las aguantaban y era necesario mover las lГЎpidas manualmente. AВ la tumba central, donde se suponГa estaba enterrado Tamerlan, se llegГі temprano en la maГ±ana del 21В de junio.
Yo estaba grabando con mi cГЎmara y observГ© en el objetivo un creciente brillo blanquecino parecido aВ la niebla. No sГ© quГ© era, un polvillo oВ vapor, pero en los dГas anteriores no habГa sucedido algo similar. Cuando levantaron la lГЎpida, el lugar comenzГі aВ llenarse intensamente de un extraГ±o aroma, parecido al incienso oriental. Muy acre, pero aВ la vez, agradable y embriagador. Junto al olor irreconocible bajo tierra se extendГa una sensaciГіn de ansiedad, y despuГ©s, la ansiedad se transformГі en una escasez de aire. La gente comenzГі aВ asfixiarse. Los obreros hicieron algГєn movimiento torpe, la loza se agrietГі y, repentinamente, se apagaron todas las luces. Mi cГЎmara se apagГі sin ninguna razГіn aparente. Un terror primitivo nos dominГі y todos corrimos hacia la salida. El jefe de la expediciГіn se sobrepuso y controlГі el pГЎnico. Entonces propuso un descanso.
Con las piernas temblorosas todavГa salГ aВ la calle y me dirigГ al salГіn de tГ© mГЎs cercano. Para ese momento ya todo Samarkanda sabГa de las excavaciones en el mausoleo Gur Emir. En la plaza se habГan reunido muchos curiosos, la mayorГa de los cuales no gustaba de lo que estaba sucediendo. En el salГіn de tГ© estaban tres ancianos de barba blanca en batas y gorritos caracterГsticos de la zona. Uno de ellos tenГa un libro muy antiguo y lo trataba con mucho cuidado. Cuando este Гєltimo vio al joven de pantalones negros de tela suave y camisa blanca, oВ sea, aВ mГ, cuando yo salГa del mausoleo, me preguntГі:
– Probablemente tú eres el jefe. Ya tu gente abrió la tumba de Tamerlan? —
– Apenas comenzaron. —
Se levantГі y me tomГі de la mano. Su frente fue surcada por profundas arrugas y sus ojos mostraron una preocupaciГіn genuina:
– Entonces no es tarde para corregir el error. Diles que detengan el trabajo. Los huesos de Tamerlan no deben sacarse de la tumba. Si lo hacen va aВ comenzar una gran guerra. EstГЎ escrito aquГ. —
El anciano abriГі el libro gordo y desvencijado que tenГa en las manos. En una pГЎgina amarillenta vi una frase en ГЎrabe. Mi mamГЎ me habГa enseГ±ado aВ leer el CorГЎn y yo comprendГ lo que estaba escrito: “Aquel, que toque las cenizas del gran Tamerlan, despertarГЎ al Demonio de la Guerra”.
– No toquen a Tamerlan. – de nuevo advirtió el anciano. – Si lo hacen, comenzará una guerra grande y se derramará mucha sangre. —
Yo recordГ© lo que habГa sucedido cuando se moviГі la pesada lГЎpida de la tumba del cruel guerrero y comencГ© aВ sentirme mal. El viejo enigmГЎtico se me pareciГі al brujo del cuento cuando le advertГa al hГ©roe: – Si te vas aВ la derecha, pierdes el caballo; si te vas aВ la izquierda, se te torcerГЎ la cabeza. —
Yo le creГ y entonces fui aВ buscar al jefe de la expediciГіn, Kary-Niazov. Este vino, se rio de los viejos y los llamГі ignorantes. Los orgullosos ancianos se fueron. Sus rostros sabios no mostraban insulto, sino tristeza y dolor.
Yo comprendГ que se desarrollaba algo irreparable y decidГ pedirle aВ los ancianos grabar con la cГЎmara el libro con la profecГa. Yo vi que habГan doblado la esquina y en un instante estuve ahГ. Pero ya habГan desaparecido. Literalmente se habГan disuelto en el aire caliente de junio.
Los trabajos recomenzaron para la apertura de la tumba de Tamerlan, y por la tarde, jubiloso, Guerasimov extrajo los huesos de la pierna derecha donde se veГa una protuberancia en la rodilla. HabГamos encontrado al Gran Cojo. Enseguida, el antropГіlogo levantГі, cuidadosamente, el crГЎneo de Tamerlan. Todos callaron. Yo tomГ© la cГЎmara. Las Гіrbitas vacГas del crГЎneo exudaban una presiГіn frГa. Hubo un momento en el cual esas Гіrbitas brillaron. Yo retrocedГ y perdГ el enfoque. Me pareciГі que Tamerlan me mirГі aВ los ojos y se sonriГі burlonamente.
En la radio, en las noticias vespertinas, informaron sobre nuestro descubrimiento, pero fueron pocos los que se alegraron. Por la maГ±ana, en la radio inglesa, informaron de la invasiГіn de Hitler aВ la UniГіn SoviГ©tica. La profecГa del libro antiguo se hizo realidad.
Malik Kasimov bajГі la cabeza y se cubriГі los ojos con las palmas de las manos.
– Usted realmente cree eso? – le pregunté, tratando de sacarlo de sus pensamientos.
– Por supuesto! Enseguida despuГ©s del anuncio de la guerra, telefoneamos al primer secretario del partido comunista de Uzbekistan y le contamos sobre las predicciones de los ancianos. Г‰l nos gritГі, que debГamos haberlo llamado el dГa anterior y no dejar aВ los ancianos desaparecer con el libro y que ahora toda la responsabilidad recaГa sobre nosotros. – Kasimov bajГі la cabeza y murmurГі: – Y yo quise llamarlo en aquel momento pero no me decidГ. Pude haber detenido la guerra, pero… —
Yo hice el amago de buscar en mi cartera para que el viejo pudiera, sin que yo lo viera, limpiarse las lГЎgrimas. El viejo se disculpГі y continuГі:
– Suspendieron la expediciГіn. Guerasimov volГі aВ MoscГє con el crГЎneo de Tamerlan. DespuГ©s yo trabaje como camarГіgrafo en el frente. No me abandonaba la sensaciГіn de que el dolor y la muerte aВ mi alrededor sucedГa por mi culpa. Nosotros dejamos salir al demonio de la guerra y ahora todo el paГs paga por eso. Yo siempre estaba pensando como detener nuestras derrotas en los frentes. En 1942В tuve la oportunidad de hablar con el comandante Georgy Zhukov. Yo le contГ© sobre Tamerlan y le pedГ que le comunicara aВ Stalin que era necesario regresar los restos del gran combatiente aВ su tumba. Zhukov me creyГі. Los restos de Tamerlan fueron de nuevo enterrados en diciembre del aГ±o 42. Y enseguida comenzГі el contraataque en Stalingrado. Ese fue el comienzo de la gran victoria.
– Pero despuГ©s de eso, la guerra continuГі, todavГa, tres aГ±os. —
– Yo pensé en eso y, más tarde, encontré la respuesta. —
El famoso camarГіgrafo de cine se callГі y mirГі hacia un lado. Hizo un movimiento como si quisiera continuar la conversaciГіn. Yo aprovechГ© la pausa para tomar una foto como ilustraciГіn para el artГculo.
Malik Kasimov desaprobГі con la cabeza.
– Con esta luz usted no obtendrá una buena foto. —
DespuГ©s, en la redacciГіn, me di cuenta de que Г©l tenГa razГіn. Rechazaron la foto.
Nos despedimos. Ya en el umbral de la puerta recordГ© que no tuve respuesta aВ la Гєltima observaciГіn.
– Yo creo que usted querГa agregar algo. —
Kasimov, de nuevo, empezГі aВ susurrar:
– Me di cuenta de un detalle importante. En 1942 no regresaron todos los restos a la tumba. El cráneo de Tamerlan fue re-enterrado más tarde, a final de 1944. Yo estoy convencido de que el demonio de la guerra estaba concentrado, justamente, en él. Después de eso nuestra victoria ya fue inevitable. —
– De nuevo taparon el ataúd? – enseguida supe que era una pregunta tonta.
El camarГіgrafo se sonriГі enigmГЎticamente y me hizo atravesar la puerta.
En mi casa y durante mucho tiempo me puse aВ ver las ilustraciones en el libro de historia. Desde un pequeГ±o dibujo, me miraba el rostro terrible del todopoderoso emir Tamerlan. Rostro reconstruido por el antropГіlogo Guerasimov, aВ partir del crГЎneo hallado.
SerГa posible que esa fuerza maligna del conquistador de Asia se conservara hasta despuГ©s de su muerte?
Y en la siguiente pГЎgina del libro de historia aparecГan unas reproducciones del cuadro de Vasily Vereschaguin “Apoteosis de la guerra”, el cual pintГі en Asia Media despuГ©s de estudiar las guerras de Tamerlan. En el cuadro se representa una enorme pirГЎmide de crГЎneos humanos y muchos cuervos volando sobre ella.
Yo habГa visto ese cuadro en la GalerГa Tretyakov. En su marco se puede leer la frase: “Se dedica aВ todos los grandes conquistadores: los del pasado, los del presente y los del futuro”.
3.– El Instituto de PaleontologГa.В 1962
El paleontГіlogo, profesor Alexander Simeonovich Efremov, se movГa nervioso dentro de la estrecha oficina. En los vidrios redondos de sus anteojos se reflejaba, oВ la luz de la lГЎmpara de escritorio, oВ los ГЎngulos del marco de la ventana. La punta de la barba canosa y bien arreglada le tocaba el pecho con frecuencia y en la frente habГa arrugas de preocupaciГіn.
La razГіn de la creciente intranquilidad de Alexander Simeonovich fue una llamada telefГіnica tempranera que lo regresГі instantГЎneamente al lejano aГ±o 44, cuando Г©l, junto al, entonces, mayor de la seguridad Grigori Averianov cumplГa un encargo secreto para Stalin. Hoy, Grigori Averianov es general y le exigiГі que lo acompaГ±ara en un viaje corto aВ Samarkanda para un asunto conocido de los dos. Examinando las noticias de los periГіdicos acerca de la crisis de los misiles en el Caribe entre la URSS y USA y ligГЎndolas con la llamada inesperada, el profesor comprendiГі completamente. Para no ir, habГa convencido al general de que estaba enfermo, pero lo tranquilizГі diciГ©ndole que no tendrГa ningГєn problema en recuperar el TalismГЎn deseado. En eso quedaron.
Pero el profesor sabГa que la prГіrroga que habГa obtenido era por un dГa nadaВ mГЎs.
Ese era el tiempo que tenГa para pasarle el misterio peligroso aВ una persona de confianza. Los familiares y colegas no contaban, ellos serГan los primeros sospechosos. PodГa ser una persona casual, pero tal, que no fuera necesario explicarle sobre la terrible fuerza de ese objeto no comГєn. Las ideas se le movГan aВ chispazos. Hacia el mediodГa Alexander Simeonovich recordГі al operador de cine Malik Kasimov de Uzbekistan aВ quien habГa conocido durante las excavaciones en Gur Emir en Junio del 41. Ellos no se habГan visto desde aquellos tiempos, pero Kasimov lo habГa llamado hacГa poco desde Tashkent para pedirle una entrevista para alguna revista. Г‰l informГі que pronto vendrГa aВ MoscГє en una comisiГіn e inclusive dejГі el nГєmero de telГ©fono del estudio de cine donde iba aВ estar.
El profesor encontrГі el papel con el nГєmero de telГ©fono y llamГі desde una caseta telefГіnica de la calle. Mientras llamaban al operador de cine, Efremov, nerviosamente, miraba aВ todos lados y recordaba, asombrado, la sangre frГa que tuvo entonces, en el 44, cuando pudo engaГ±ar, Г©l solo, aВ la todopoderosa KGB. Malik Kasimov se alegrГі por la llamada y se excusГі por no haber llamado antes, pero, hasta el dГa anterior habГa estado muy ocupado en el estudio de cine. Alexander Simeonovich le dijo que lo esperaba e hizo menciГіn aВ un secreto importante y que, por lo tanto, le pedГa que viniera solo. Al profesor le convenГa completamente que ya hubiera anochecido, porque todos los colegas ya habГan abandonado el edificio del instituto de paleontologГa.
El encuentro no llegГі aВ realizarse. Alexander Simeonovich Efremov se acercГі una vez mГЎs aВ la ventana y mirГі aВ travГ©s de ella cuando oyГі el frenazo de un automГіvil. Del “Volga” negro brillante saltГі un hombre en uniforme de general, el cual mirГі con rabia hacia la Гєnica ventana iluminada que habГa en el instituto. El profesor retrocediГі. Por la mirada de desconfianza caracterГstica Г©l enseguida reconociГі al funcionario de la KGB Grigori Averianov.
“Rápido, los aviones despegan.” – se dijo el profesor con abatimiento, se retiró penosamente y, cansado, bajó a su puesto de trabajo.
Desgraciadamente, Kasimov se retrasГі. Ya todo habГa terminado. El general llegГі antes y en tres minutos estarГa aquГ. Si el secreto terrible lo obtienen los militares se desencadenarГЎ una gran guerra por el dominio mundial. La KGB puede sacarle secretos aВ la gente. El profesor estaba consciente de que su cuerpo era demasiado dГ©bil para resistir mucho tiempo aВ esos profesionales. Ellos podГan exprimirle todo. Y despuГ©s, la catГЎstrofe mundial! El Гєnico chance que habГa para evitar todo era su propia muerte.
Efremov se acomodГі los lentes y entrГі en agitaciГіn. Y si me lanzo por la ventana? VolviГі aВ la ventana y, cuidadosamente, ponderГі la situaciГіn. No es muy alto. Las probabilidades de morir inmediatamente son muy pocas.
Al otro lado de la calle vio la alta y delgada silueta de Malik Kasimov con la bandolera de la cГЎmara de cine atravesada en el pecho. Г‰l notГі al profesor en la ventana y levantГі la mano para saludarlo. El cineasta se retrasГі solo unos minutos!
“Pronto estarГЎ Kasimov aquГ. Puede ser una oportunidad!”
El cerebro del cientГfico trabajaba con furia.
“Yo no debo llevarme el gran secreto. Estoy obligado a dejar una pista, con la cual, una mente curiosa puede alcanzar la meta”
Ahora no podГa gritar. El profesor hizo gesticulaciones enfГЎticas hacia Kasimov y se volteГі. Los ojos del profesor miraron amorosamente el cuadro que estaba colgado detrГЎs de su sillГіn. Г‰l mismo lo habГa pintado justo despuГ©s de su regreso, hacГa dieciocho aГ±os, de Asia Central. El cuadro estaba colgado, especialmente, entre otros igualmente extraГ±os, de tal manera, que ninguno se destacaba particularmente. El profesor se alegraba de que nadie comprendiera su pintura abstracta. AВ la Гєnica persona sobre la tierra que Г©l querГa explicar su significado hoy, era aВ Malik Kasimov. Pero no tenГa tiempo.
“TodavГa tengo unos minutos. No puedo explicГЎrselo personalmente, pero si dejarle una pista.”
Efremov se lanzГі hacia los estantes de los libros y tomГі el libro que necesitaba. TomГі un lГЎpiz y trazГі en la portada unas lГneas rectas que se cortaban entre sГ. El profesor quedГі satisfecho con el grГЎfico y puso el libro en el centro de la mesa pero antes colocГі una nota, con el nombre del cineasta, dentro de Г©l. DespuГ©s se lanzГі hacia la mesita de la laboratorista, hurgГі en la gaveta y volviГі con una polvera. Alexander Simeonovich la abriГі y la puso sobre el libro de tal manera que su amada pintura se reflejara en el espejito redondo de la polvera.
Por los pasillos del instituto se oГan las pisadas resueltas de las botas gruesas.
“Tengo que distraer a los vinieron a buscarme.”
Alexander Simeonovich Efremov saliГі de la oficina. El camino hacia la salida principal estaba bloqueado por dos siluetas oscuras, en uniforme militar, que venГan caminando por el pasillo. El anciano profesor se dirigiГі hacia el interior del instituto. Le dieron la voz de alto, pero Alexander Simeonovich apurГі el paso. Г‰l conocГa bien la distribuciГіn interna de salas y corredores del instituto. Pero en todo el instituto se multiplicaban las exposiciones debido al cierre del museo paleontolГіgico. Enormes esqueletos de animales antiguos ocupaban la galerГa y la sala central. Esqueletos, un poco mГЎs pequeГ±os, se amontonaban en corredores y oficinas. Otros ejemplares colgaban de las paredes y los techos. Todo eso eran genuinos hallazgos recogidos todos estos aГ±os durante la existencia del instituto. El mismo Efremov participГі, personalmente, en muchas expediciones. AdemГЎs de esqueletos de representantes de la fauna, se encontraban restos de personas. AВ veces el profesor se encontraba con un poder energГ©tico de esos restos humanos. Pero lo que encontrГі en el aГ±o 44, sobrepasaba, por bastante, lo que habГa visto hasta ese momento.
El profesor considerГі cuidadosamente las oscuras siluetas. Los que lo perseguГan, con las armas listas, iban decididos sin poner atenciГіn aВ las figuras expuestas.
– Efremov! Deja de jugar al gato y al ratón! Detente!. – gritó el general de la KGB y pateó la cola de unos huesos antiguos que estaban atravesados en el camino. Los grandes huesos de las vértebras rodaron por el piso con mucho ruido.
AВ causa del ruido se le contrajo el corazГіn al profesor. Entonces se dirigiГі al oscuro y ancho pasillo que llevaba aВ la puerta de servicio, por la cual, frecuentemente descargaban los hallazgos mГЎs grandes. Esa Гєltima pequeГ±a esperanza, abrir la puerta y escaparse, le dio fuerzas. Contando con su conocimiento del lugar se apurГі en la oscuridad confiando en escapar de sus perseguidores. Pero no consiguiГі ganar la carrera. No vio una pesada caja que estaba atravesada, se golpeГі la rodilla y cayГі. Unas manos fuertes lo agarraron por el cuello, lo maltrataron y lo sacaron aВ la luz en la sala grande.
– Miserable, me engañaste! —
El viejo Averianov dio un fuerte puГ±etazo en el estГіmago al profesor mientras Averianov el joven lo sostenГa por la espalda para que no cayera.
– Donde está? —
– Allá, donde siempre estuvo. – exhaló el profesor.
– Allá no está! Esa es una falsificación! Donde está el verdadero? —
– Yo no comprendo de que está hablando, camarada gene….. —
– Comprendes muy bien. – Averianov hundiГі con fuerza el caГ±Гіn de la pistola en el hГgado al cientГfico. – Te voy aВ golpear, si no hablas. DespuГ©s volaremos aВ Samarkanda y si me engaГ±as de nuevo, vas aВ morir de una muerte horrible. Eso, yo te lo prometo. Ya tenemos especialistas que saben de eso. Entonces, dГіnde estГЎ? —
– Espere un momento. – El profesor considerГі si ya Malik Kasimov habrГa llegado aВ la oficina y ya habrГa tenido tiempo de ver las seГ±ales que le dejГі. Sus cГЎlculos decГan que ya debГa estarВ ahГ.
– Ningún momento! Habla! —
Un nuevo golpe obligГі al profesor aВ retorcerse. Alexander Simeonovich hizo fuerza para levantar una mirada turbia. En el rincГіn, desde el techo, colgaba un crГЎneo blanco de un tigre dientes de sable con dos colmillos opacos, afilados como cuchillos. Un extremo de la cuerda, que sostenГa la cabeza, estaba atado aВ la pared, aВ tres metros del profesor. AdemГЎs de la paleontologГa el profesor conocГa bien las leyes de la fГsica y las matemГЎticas. EstimГі la altura y el centro de gravedad del objeto colgado. CalculГі el punto en el piso, el tiempo y la distancia. Cuando el cГЎlculo fue comprobado tres veces, el profesor se relajГі.
– Suéltenme, les diré todo. —
El general hizo una seГ±a aprobatoria y el teniente aflojГі los dedos.
4.– Una clase de ajedrez
Zakolov apartГі el periГіdico e hizo su siguiente jugada en el tablero de ajedrez.
– Curiosa coincidencia. —
– Alfiles en el mismo color? Significa que no hay empate. – Como siempre, cuando Dmitri Kushnir jugaba, solo pensaba en ajedrez.
– Yo me refiero al destape de la tumba de Tamerlán, que coincidió con el comienzo de la Gran Guerra Patria.
– Si eso hubiera sido una simple coincidencia, a mi hermana no la hubieran botado de la universidad y al redactor no lo hubieran botado del periódico. —
– Eso es correcto, – asintió Tikhon. – Además destruyeron todo el tiraje del número. Quien se enteró de esta información es muy peligroso. —
– Para el estado! —
– Por qué tan categórico? —
– Porque se volvieron locos, botaron gente y los órganos de seguridad investigaron! – Dmitri se sobreexcitó y cometió un error en su siguiente jugada.
– TranquilГzate. Si no, vas aВ perder. —
– Mira la tonterГa que cometГ. Como que me toca rendirme! —
– Nunca hay que entregarse. —
– Pero en esta situación! – Dmitri señaló el tablero, decepcionado.
Tikhon considerГі la posiciГіn de las piezas e hizo la siguiente proposiciГіn:
– Volteemos el tablero, oВ sea, tu juegas con las mГas y yo con las tuyas. —
– Seguro? —
– Seguro! —
– Tú quieres consentirme, no? —
– Yo nunca le limpio los mocos a los bebés. Yo les enseño la vida. – Tikhon volteó el tablero. – Continúa jugando con las blancas. —
Ocho jugadas pasaron en absoluto silencio. Cuando Zakolov hizo su novena jugada, Kushnir saltГі como escaldado:
– No me imaginГ© esta posiciГіn! PerdГ! Segunda vez que pierdo en la misma partida. —
– Es una lección para ti, Dmitri. Nunca debes rendirte. Inclusive en las situaciones más desesperadas. En primer lugar porque el adversario puede equivocarse. —
– No me equivoquГ©. Yo juguГ© de acuerdo aВ la teorГa! —
– Y en segundo lugar, en el Гєltimo momento, al borde del abismo, tГє puedes ver la soluciГіn salvadora, la cual no habГas notado. —
Tikhon esperГі aВ que el entristecido estudiante de primer aГ±o guardara las piezas y cerrara el tablero de ajedrez para preguntarle:
– Ahora dime, para que me mostraste ese artГculo prohibido? —
– Para pedirte que ayudes a mà hermana. La juzgaron en una reunión secreta del partido y la expulsaron del Komsomol[4 - Komsomol: Asà se llamaba a la Juventud del Partido Comunista (PCUS) de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).]. Todos dijeron que ella deformó la historia, que despreció la victoria del pueblo en la Gran Guerra Patria e hizo propaganda de misticismo y religión. —
– Que tiene que ver la religión en esto? —
– No sГ©. Nadie ha visto el artГculo. Del comitГ© local bajaron la orden de buscarlo, pero nada. Hasta las mejores amigas de Tamara la abandonaron. —
– Y que dice el cineasta Kasimov? —
– Se asustó y no dice nada. Teme perder la pensión. Tamara, al principio, se preocupó mucho. Ahora, ella quiere buscar el cráneo de Tamerlán por su cuenta, medir su campo energético y demostrar sus afirmaciones. Ella es valiente y tenaz. Pero necesita a alguien que la ayude. —
– Y tú? —
– Yo que? – Dmitri, expresivamente, abrió y levantó los brazos.
– Dmitri, en la escuela, aparte de estudiar a que te dedicabas? —
– Como era lo debido con los niГ±os judГos de bien, tuve que aprender mГєsica, badminton y ajedrez. En opiniГіn de mi mamГЎ, esos eran los componentes fundamentales de un desarrollo armГіnico. —
– Tocabas violГn? —
– No, la viola. —
– Te gustaba? —
– La odiaba. —
– Y por quГ© lo hacГas? —
– Mi mamá me obligaba. —
– Al menos te puso a funcionar el cerebro. Agradécele a tu mamá, al menos, por eso. —
– Ya mi mamá no está. Y mi papá tampoco. – Lo dijo con tristeza. – Ya hace un año vivimos solos, mi hermana y yo. —
Tikhon callГі, esperando que Kushnir hablara de sus padres, pero Г©ste, hablo de nuevo de la hermana:
– Por supuesto yo puedo aconsejar a mi hermana. Pero más nada! Además de cerebro, probablemente se necesitará fuerza, decisión y, – Dmitri se contuvo un poco, – una audacia temeraria. —
– Por lo que me dices, supongo que yo tengo todas esas cualidades. —
– Tikhon, yo ya oà sobre tus aventuras con los malandros y el asesino aquél. Si allá resolviste, aquà será mucho más fácil. No me digas que tú no quieres que venza la justicia? Yo sé que vas a ir a Tashkent. —
El muchacho se preparГі bien para esta conversaciГіn, pensГі Zakolov. AВ la muchacha la castigaron injustamente. Y efectivamente Г©l iba aВ ir aВ Tashkent. En el comitГ© del instituto habГan repartido pasajes gratis para el tren turГstico Tashkent-Samarkanda-Bujara-Khiva. Tikhon y Alexander Evtushenko habГan decidido ir para ver las curiosidades del Asia media. El viaje estaba previsto para los dГas de vacaciones de Noviembre.
– La maldiciГіn de la tumba de TamerlГЎn. – Una vez mГЎs Tikhon, mentalmente, leyГі el tГtulo. El artГculo le habГa interesado. Estaba escrito de una manera muy amena y aВ una persona, no tan despistada, deberГa producirle una fuerte impresiГіn. – Pero, sabes, yo no creo en el misticismo. —
– Algo semejante ya habГa sucedido. Mira la notica al final del artГculo. —
Al final del artГculo se encontraba el agregado:
LA TERRIBLE VENGANZA DE TUTANKAMON
“Hay historias conocidas y otros sucesos, despuГ©s de la apertura de las tumbas faraГіnicas, en los que se hicieron realidad unas maldiciones enigmГЎticas. El misterio de los faraones egipcios perturba aВ la humanidad hasta ahora. En 1922В fue hallada la famosa tumba del faraГіn Tutankamon. En la entrada del santuario los arqueГіlogos detectaron una advertencia: “La muerte alcanzarГЎ aВ todo aquel que perturbe el descanso del FaraГіn”. Pero esto no los detuvo. Al lado del sarcГіfago los cientГficos vieron la tablita que decГa: “El alma de nuestro FaraГіn le torcerГЎ el cuello al intruso de la tumba como si fuera el cuello de un ganso”. Pero los arqueГіlogos ingleses no se sintieron identificados con intrusos. Las consecuencias fueron muy lamentables. El conde de Carnarvon, jefe de la expediciГіn, junto aВ doce de los miembros de Г©sta, tuvieron una muerte horrorosa provocada por una enfermedad inexplicada. Hasta el encuentro con la momia ellos estaban muy sanos y con mucha alegrГa de vivir. El alma del faraГіn los castigГі durante seis aГ±os despuГ©s de la apertura de la tumba. Pero la venganza del faraГіn no se terminГі ahГ. La muerte alcanzГі aВ muchos de los que transportaron el sarcГіfago y trabajadores de museos.
Un destino similar esperó a otros cazadores de momias egipcias. En 1973 murieron doce miembros de la expedición antropológica polaca. Ellos murieron después de encontrar la tumba de otro faraón. Inclusive la medicina moderna no pudo salvarlos”.
Tikhon Zakolov apartГі el periГіdico. Historias sobre los faraones Г©l habГa escuchado, pero esas muertes extraГ±as se las atribuГan aВ bacterias antiguas, que se conservaban en los sarcГіfagos, para las cuales el hombre contemporГЎneo habГa perdido inmunidad.
AВ la puerta cerrada tocaron con insistencia. Tikhon le devolviГі el periГіdico aВ Dmitri, se levantГі y abriГі la puerta. Era Alexander Evtushenko quien desde el umbral sacudГa una garrafa de plГЎstico con un lГquido denso y opaco.
– Miren, esta es la nueva goma de pegar sintética: “Araña”. Se le puede agregar algo orgánico como tela de araña y continuar experimentando. —
– Yo estoy listo! – gritГі Zakolov frotГЎndose las manos. – La tela de araГ±a ya la recogГ. —
Evtushenko metiГі la tela de araГ±a en la garrafa y cuidadosamente removiГі todo el contenido. Sus ojos brillaron tras sus anteojos.
– Cuando? —
Tikhon mirГі la araГ±a saltadora que se balanceaba colgada de un hilo delgado y decidiГі:
– Ahorita. —
Puso un poco de la goma en su palma y se la restregГі en ambas manos. SeparГі los dedos y esperГі aВ que el lГquido viscoso se secara. TomГі mГЎs goma y la esparciГі. Cuando ya habГa hecho el procedimiento cinco veces Tikhon informГі que estaba listo para el experimento y saliГі al balcГіn. Enseguida pasГі la barandilla y pegГі las manos aВ la pared de ladrillos del instituto.
– Que te pasa? Es que quieres andar por las paredes como una araña? �Dmitri Kushnir estaba asombrado.
– Y por qué no? —
– Estás loco de bola! —
– Ahora lo sabremos. —
Zakolov moviГі la pierna izquierda hacia afuera. La derecha continuГі apoyada en el borde del balcГіn.
– Por ahora aguanta. – Tikhon bromeó hacia los muchachos tensos.
Lentamente se separГі del balcГіn y cambiГі el peso del cuerpo de la pierna estirada aВ las manos. La goma aguantaba bien porque el pie se sostenГa apenas con la punta en el saliente del balcГіn. Cuando se sintiГі seguro Zakolov quitГі el pie. Su cuerpo quedГі colgado de la pared sostenido solo aВ cuenta de las manos pegajosas.
– Bien, – Dijo suavemente Evtushenko escondiendo, aВ duras penas, la emociГіn alegre que sentГa.
– Voy a tratar de bajar por la pared moviendo las manos. —
– No lo hagas, es muy peligroso. —
– Claro que es peligroso. – Tikhon respondió, imperturbable.
SeparГі la mano derecha de la pared y la pegГі mГЎs abajo. Durante un instante, el peso del cuerpo se sostuvo de una sola mano. Pero esto resultГі suficiente para lo irreparable. La goma no resistiГі, la mano se despegГі y la otra mano ya no pudo hacer nada. Tikhon Zakolov se fue hacia abajo y tratГі, inГєtilmente, de pegar las palmas de las manos aВ la pared.
Kushnir y Evtushenko corrieron asustados aВ la calle. Tikhon estaba sentado en la acera y se reГa.
– Se asustaron? Pero si es apenas el segundo piso. – Se levantó y se dirigió con seriedad hacia Alexander: – La próxima vez hay que poner más tela de araña. —
– No va a servir. La araña tiene ocho “manos” y tú, solo dos. —
– Bueno, entonces me impregno los pies también. – Miró hacia el entristecido Kushnir. – Sasha[5 - Sasha: Apodo familiar, en Rusia, a los llamados Alexander.] y yo iremos en una semana a Tashkent. Trataremos de ayudar a tu hermana. —
– Bien!! Tamara los recibirá y les contará todo. —
– Estoy intrigado. Quiero ver yo mismo si los restos de Tamerlán tienen esa fuerza sobrenatural. —
– Lo importante es ayudar a mi hermana. —
5.– El cráneo del tigre dientes de sable
El profesor Efremov frotГі sus manos acalambradas, mirГі hacia los toscos oficiales de la KGB que estaban de pie aВ su lado y tratГі de sonreГr.
– Y entonces? – lo apuró el general.
– Ahorita. Déjeme coger aliento. —
Efremov lanzГі una rГЎpida mirada aВ la mueca carnГvora del crГЎneo y aВ los colmillos inclinados del tigre dientes de sable. Una vez mГЎs comprobГі el cГЎlculo mentalmente. El recordaba bien el peso de esa pieza colgante. Donde estaba su centro de gravedad y el punto donde estaba atado el cable. Todo debe resultar bien. Por si acaso, el profesor tratГі de mover la rodilla lastimada. El dolor agudo pasГі aВ la fase de dolor sordo, pero la pierna respondiГі.
– No tengo tiempo! – el general apenas se contenГa. – Te estГЎs burlando de nosotros? —
El profesor respondiГі con decisiГіn:
– EstГЎ aquГ. Ya se los voy aВ enseГ±ar. —
Y entonces caminГі hacia la cuerda que sostenГa el crГЎneo de la bestia y soltГі el nudo del gancho. En un instante sus piernas dieron dos saltos hacia el centro de la sala y el profesor se lanzГі boca abajo al punto escogido, se volteГі, y abriГі los brazos. La pesada cabeza del tigre dientes de sable dio una vuelta completa y las dos prehistГіricas y agudas hojas entraron, con un crujido, en el pecho y estГіmago de Efremov. Mientras los oficiales desconcertados veГan el crГЎneo blanco del carnГvoro fГіsil, el profesor, con sus Гєltimas fuerzas, sacГі los colmillos de su cuerpo. Una sangre burbujeante salГa aВ borbotones de las heridas abiertas. Ahora nadie podrГa salvar la vida de Alexander Simeonovich Efremov
Con los labios extendidos en una sonrisa de satisfacciГіn, cerrГі los ojos. El Гєltimo cГЎlculo del profesor, como siempre, fue correcto.
El cineasta Malik Kasimov se asomГі por la puerta abierta de la oficina de Efremov y se extraГ±Гі de no encontrarlo ahГ. PensГі que, probablemente, habГa salido un momento y entrГі. Apenas habГa traspasado el umbral cuando desde el fondo de la sala se oyГі un grito desgarrador. El camarГіgrafo de guerra no necesitГі explicarse el origen del grito, en el frente Г©l habГa visto demasiadas muertes.
Solo por reflejo Kasimov continuГі hacia dentro de la oficina hasta que se encontrГі con el escritorio del profesor. El libro grueso atrajo su mirada, tambiГ©n la hoja de papel donde estaba su nombre. Kasimov se inclinГі hacia ellos y su mano quiso apartar la polvera abierta pero se detuvo. Que hacГa un objeto femenino en el escritorio del anciano profesor? En el espejito oval se reflejaba un rectГЎngulo del extraГ±o cuadro. Un rectГЎngulo? Justo ese sГmbolo lo dibujГі Efremov con los dedos, significativamente, en la ventana y le mostraba algo aВ la espalda.
“Un rectángulo en la espalda! Qué quiso decir con eso?”
El cineasta sacГі la hojita de papel y sus ojos recorrieron las lГneas escritas atropelladamente: – Malik. Tome el libro y fotografГe lo que vieron sus ojos Eso lo llevarГЎ aВ la meta. Y vГЎyase rГЎpido. —
Kasimov preparГі la cГЎmara fotogrГЎfica y su mirada se paseГі por la oficina.
“Que fotografiar? Qué?”
Su oГdo capturГі el ruido de pasos en la escalera de piedra. “Lo que vieron sus ojos”, decГa la nota.
“No yo, los ojos. Yo estaba parado de espalda a la pared, y los ojos vieron en el espejito…”
LevantГі el objetivo, sus dedos enfocaron rГЎpidamente y el obturador de la cГЎmara cliqueГі.
El ruido de pasos que llegaba aВ la puerta se hacГa mГЎs claro.
“Y váyase rápido”.
Malik Kasimov agarrГі el libro y saliГі al corredor oscuro. Las destrezas que habГa obtenido en el frente no le fallaron y logrГі llegar aВ la escalera sin ser notado.
6.– Encuentro en Tashkent
Tamara Kushnir resultГі ser una muchacha alta de ojos negros y una cabellera oscura y exuberante de pelo rizado, como un diablillo. Ella se dirigiГі aВ Zakolov, segura de haberlo diferenciado entre la abigarrada multitud de pasajeros que llegaron aВ la estaciГіn de trenes de Tashkent esa tarde del 5В de noviembre de 1979.
– Hola Tikhon. Yo soy Tamara Kushnir. – Con viveza se presentó la muchacha, casi sin ponerle atención al acompañante Alexander Evtushenko.
– Buenas tardes. Como me reconoció? —
– Yo soy periodista. Le hice las preguntas apropiadas a mi hermano Dmitri y tengo tu retrato en mi cabeza como si lo tuviera en un álbum. —
– La envidio. Yo necesito ver los rasgos del rostro para recordar bien a una persona. —
– Te dedicas a eso ahora? – La muchacha se sonrió y, coquetamente, se recogió un mechón de cabellos.
– Usted es una chica que no pasa desapercibida. – TГmidamente, Tikhon paseГі la mirada desde la punta de la nariz y la barbilla ligeramente alargada hasta el busto redondo y la cintura delgada y bajГі los ojos aВ los jeans apretados y, de acuerdo con la moda, desteГ±idos. La elegante figura de la muchacha le gustГі.
– Tikhon Zakolov ya está bueno de llamarme de usted. Nosotros somos casi de la misma edad. A partir de este momento solo “tú”, ok? —
– Objeciones no hay. —
– Entonces ven conmigo. —
– No estoy solo. —
– Yo sé. Tu compañero de curso se llama Alexander Evtushenko. Ustedes son amigos desde los pupitres escolares. —
– Y hasta eso sabes! —
– Nos enseГ±aron aВ recoger informaciГіn antes de un encuentro importante. – Tamara respondiГі y sin voltearse tomГі la plataforma hacia la salida aВ la ciudad. – Ahorita nos vamos para mi casa. Para su excursiГіn turГstica faltan cerca de 24В horas. Ese tiempo hay que utilizarlo con eficiencia. —
Tikhon se maravillГі de la manera decidida de la elegante muchacha. Ninguna frase insГpida: “como estuvo el viaje?, ya han estado en Tashkent?, que les parece el clima?”, no, de una vez agarra el toro por los cuernos. En la plaza externa de la estaciГіn ella se detuvo frente aВ un kiosko de vidrio de “Prensa Nacional”. Y por una mirada lateral de Tamara, Tikhon se dio cuenta que ella no estaba interesada en las revistas del kiosko. Kushnir utilizaba la superficie de vidrio como un espejo.
– Acaso temes que te sigan? —
– Me siento en peligro, pero me estoy acostumbrando. —
– DespuГ©s del artГculo? —
– Exacto. Yo solo quiero saber si me siguen observando. —
– Y ya habГas notado algo asГ? —
– Claro! – La muchacha se dirigió a la parada del autobús.
– Y ahora? —
– Quizás son más inteligentes ahora. —
– Quienes? —
– Esa es una pregunta infantil, Zakolov. Mi hermano estaba extasiado con tu intelecto. – Tamara sonrió. – O solo te sirve para jugar ajedrez? —
Tikhon se detuvo abruptamente. Sasha Evtushenko chocГі contra el morral de Zakolov y solo tuvo tiempo de evitar la caГda de sus anteojos. Г‰l siempre seguГa aВ su amigo aВ pasos cortos.
– Me quieres decir que somos libres? – Tikhon preguntó con frialdad.
Tamara volteГі. En el severo rostro apareciГі una sonrisa pГcara. Con una mano tomГі la mano de Tikhon y con la otra le rozГі la punta de la nariz.
– No te enfurruГ±es, tontГn. – le dijo afectuosamente.
Tikhon se sonrojГі y sacudiГі el brazo.
– Yo no soy un bebé. —
– Yo cuento con eso. —
Zakolov no sabГa cГіmo comportarse con la muchacha descarada, la cual lo hizo dudar de su confianza en sГ mismo. Y Tamara con malicia inclinГі la cabeza arrugando la frente juguetonamente.
– Puede ser que representemos un encuentro entre enamorados? No es mala idea. – La muchacha abrazó por el cuello a Tikhon y entonces le dio un beso al asustado joven en los labios. – Asà está mejor. Que nos vean. —
– Yo creo que nadie nos sigue. – Dijo Zakolov todo confundido y tratando de zafarse del abrazo.
– Por quГ© te detienes? Lo hice para darme la oportunidad de ver si habГa alguien. —
– Yo no creo que fuera eso. —
– Mira! Viene nuestro autobús. Corramos! —
ГЃgilmente, Tamara corriГі hacia la parada. Zakolov y Evtushenko, con sus morrales pesados, tuvieron que recorrer los cincuenta metros detrГЎs de la muchacha. Pero justo ante la puerta del autobГєs, Tamara se quejГі y se sentГі.
– Una piedra me entró en el zapato. Me puya. —
– Después resolvemos. Vamos! —
– No. Espera. – Tamara lo agarró por la manga.
El autobГєs cerrГі su puerta y se fue. La parada quedГі vacГa. Tikhon continuГі amable, pero se veГa tenso. Ya tenГa una idea de la muchacha.
– Tamara? Será que yo no entendà bien? No fue teatro lo que estudiaste? —
– No. Pero en el liceo yo iba mucho a las lecciones de drama. —
– El maestro de eso era malo. —
– Yo no creo. Pero estГЎ bien, no te disgustes. – La muchacha se transformГі otra vez. – Por lo menos me di cuenta que no me seguГan. Nos vamos en el prГіximo. —
– Sinceramente, ya este jueguito de espГas me fastidiГі. —
– Ok. Prometo ser una buena chica. No más teatricos baratos.-
Ya en el autobГєs la muchacha se tranquilizГі y con pocas palabras comentaba sobre los sitios de interГ©s de la ciudad. La ciudad, aВ pesar de haber sido fundada en la antigГјedad, parecГa joven y contemporГЎnea. Una buena razГіn de esto fue el extraordinario terremoto que hubo en el aГ±o de 1966, despuГ©s del cual, aВ una gran velocidad y participando todo el paГs, fue reconstruida la capital de Uzbekistan.
– En ese entonces, el sesenta y seis, llegamos nosotros. – Explicó Tamara. – Nuestros padres eran médicos. Llegaron para fortalecer el personal del nuevo hospital. Pensaron que era por poco tiempo, pero nos quedamos. Aquà es templado, casi no hay invierno, es como en la tierra de nuestros antepasados. —
Tikhon la mirГі interrogativamente. Con una entonaciГіn extraГ±a Tamara dijo:
– Soy judГa. —
El resto del camino la muchacha callГі. Cuando llegaron aВ la parada donde se quedarГan, ella la anunciГі en el Гєltimo momento y los muchachos salieron aВ tropezones y golpeando las puertas que se cerraban. Caminaron por una ancha avenida y despuГ©s doblaron por una estrecha callejuela de edificios de dos pisos de color amarillo-grisoso construГdos despuГ©s de la guerra y los cuales se unГan con arcos de ladrillos. Entraron por uno de los arcos y cayeron en un patiecito oscuro y cuya parte trasera estaba cubierta con toldos acogedores.
– Aquà vivimos mi hermano y yo. – Informó Tamara abriendo la puerta de un apartamento en la planta baja. – Pasen. —
– Y tus padres? —amablemente preguntó Tikhon.
– Con ellos todo estГЎ en orden. – la muchacha pronunciГі en tono bajo, pero enseguida empezГі aВ farfullar desordenadamente: – Pueden dejar sus cosas aquГ. Van aВ dormir en la habitaciГіn de Dmitri que estГЎ allГЎ. Sepan que soy una ama de casa muy mala, asГ que menГєs variados no habrГЎ. Prometo tГ© y sanduchitos corrientes. PasarГЎn hambre? —
– No estamos acostumbrados. – Respondió Evtushenko. – Puede ser que yo le eche un vistazo a la cocina? —
– Dale. Pero desde que perdà la beca hasta las cucarachas se mudaron para acá. —
Ya Tikhon habГa observado un cierto desorden y vacГo en las habitaciones, pero tambiГ©n se habГa dado cuenta que aВ diferencia del apartamento, el “ama de casa” si estaba bien arregladita. Cuando entrГі, lo primero que hizo fue mirarse en el espejo, arreglarse la blusa y peinarse el cabello revuelto. El calor en esa habitaciГіn era sofocante. Con movimientos bruscos Tamara se quitГі los zapatos y abriГі una de las ventanas que daban hacia el patio. El fresco de la tarde hizo mover la cortina liviana. La muchacha se hundiГі en un, muy usado, sillГіn bajito y feliz! EstirГі sus bien formadas piernas.
.Me cansé esperándolos en la estación. —
– Si, el tren se retrasó. Como siempre. Yo no sé para qué establecen esos horarios. – Tikhon se sentó frente a la muchacha mientras Evtushenko peleaba con las ollas en la cocina. – No te molesta que Sasha se meta en la cocina? —
Pero Tamara ya pensaba en lo suyo:
– Me vas a ayudar? —
– En la cocina? —
– Cual cocina! Dmitri te contó todo, no? —
– Ahh. Con el crГЎneo de TamerlГЎn? Y tГє crees en su fuerza mГstica, no? —
– Yo he estudiado mucho el asunto. El crГЎneo es el hueso mГЎs elaborado que tiene el hombre. Muchos pueblos se inclinan ante eso. Al crГЎneo siempre le atribuyeron propiedades mГsticas y una fuerza sobrenatural. —
– Exactamente. Le atribuyeron. —
Tamara se enojГі.
– Lo que estГЎ escrito en el artГculo es verdad! Si hubiera sido un artГculo ocioso, no hubieran destruido el tiraje! Es que no estГЎ claro? —
– TodavГa no. —
– Y las maldiciones que se hicieron realidad después de la apertura de las tumbas de los faraones? Todo el mundo sabe de ellas hace mucho tiempo. También niegas esos hechos? Murieron miembros de expediciones completas. Todos! —
– Por la acciГіn de un virus desconocido por la ciencia. Un virus que se habГa conservado en las momias. —
– La medicina moderna no encontró nada. —
– Por lo menos, después de la extracción de los faraones no hubo guerras. —
– Y la primera guerra mundial? Las principales excavaciones en Egipto fueron hechas en la vГspera del aГ±o 14. Y quienes fueron esos faraones? Unos ricos esclavistas que dirigГan solo una parte del Egipto moderno. Pero TamerlГЎn fue el gran amo de la enorme Asia! Otra escala de personalidad. —
– Y, por lo tanto, un alto nivel de maldad en sus restos? —
– Claro! – Tamara se tranquilizó un poco y elaboró otro argumento. – Está bien, santo Tomás incrédulo. Estos son los ejemplos de las influencias negativas en la gente. Te voy a mostrar otros hechos. Recuerda el cristianismo. En muchos templos y monasterios se guardan los cuerpos embalsamados de hombres santos, los cuales, hasta ahora, tienen fuerza milagrosa. Esos lugares donde yacen esos cuerpos están cubiertos con un aura particular y se llaman santos. No es as� —
– Puede ser. Pero es necesario entender cuál es la causa primera: el templo o los huesos santos guardados en él. —
– Obviamente, son restos de personalidades Гєnicas! AВ veces llevan esos cuerpos embalsamados aВ otros paГses. Los creyentes van aВ esos sitios. Hay cientos de casos conocidos de curaciГіn de personas que tocaron las manos de esos santos los cuales, cuando estuvieron vivos se dieron aВ conocer por hechos milagrosos. —
Tikhon, pensativo, dijo:
“Hay tantas cosas en el Cielo y la Tierra, amigo Horacio, que no pueden explicarse.”
– Exacto! Por lo menos le tienes respeto a Shakespeare. —
– Hay algo en todo eso. —
– Por fin! —
Zakolov se pasГі la palma de la mano extendida por la frente y se frotГі los ojos cerrados con los dedos. Si Evtushenko, en este momento, hubiera mirado hacia la habitaciГіn se habrГa dado cuenta que Tikhon trataba de organizar sus ideas dispersas y era mejor no molestarlo. Pero Tamara Kushnir era de naturaleza impaciente. Entonces le dio un ligero golpecito aВ Tikhon con elВ pie.
– Zakolov, no te duermas. —
Sin abrir los ojos, Tikhon se puso aВ razonar en voz alta:
– Supongamos que hubo gente que tenГa una enorme energГa destructiva: crueles faraones, emperadores, conquistadores oВ como el mismo TamerlГЎn. LlamГ©moslos los seres de la oscuridad. DespuГ©s de su muerte, su energГa, de acuerdo aВ la ley de conservaciГіn, no puede desaparecer simplemente. Ya Kasimov lo mencionaba. Ella debe transformarse en otro tipo de energГa oВ conservarse en los restos. Lo mismo sucede con la energГa beneficiosa de los santos. Es la misma ley. Si se conocen casos de efectos de restos de santos, procesos anГЎlogos deben suceder con los esqueletos de los guerreros. Pero los restos de los santos se conservan abiertamente, su energГa se consume constantemente. AВ diferencia de ellos, los cuerpos de los grandes guerreros se ponen en profundas tumbas de piedra con lГЎpidas pesadas y en grandes mausoleos. Los restos de NapoleГіn estГЎn escondidos en seis sarcГіfagos, uno dentro de otro. AВ los faraones los metГan en pirГЎmides grandiosas oВ bajo piedras enormes. Es posible que no fuera casualidad. La humanidad aВ nivel del instinto de conservaciГіn guardaba muy bien la energГa mala, poniГ©ndole obstГЎculos para su salida. Y si alguien exponГa los restos, toda esa energГa se dispersaba hacia afuera y entonces…. —
– Que manera tan culta de explicar todo eso. – Tamara no se aguantГі. – Lo Гєnico que le faltaba aВ mi artГculo era ese toque cientГfico! —
Zakolov abriГі los ojos y apretГі los puГ±os.
– Eso es muy improbable. Es mejor olvidarse de esa teorГa. Es peligrosa. —
– Pero es correcta. —
– No sé. A mà me interesa más cómo vas a hacer para medir el campo energético de Tamerlán. —
– Yo estoy pensando en que la vamos a sentir en nuestro pellejo. —
– Y si no se siente? —
– Tengo un conocido, estudiante de fГsica. Г‰l inventГі un aparato, que aВ lo mejor ni sirve. La gente ni siquiera cree en el aparatico. —
– Bueno, agarra ese aparato.. y al mausoleo. —
– Está encerrado en el instituto de máquinas calculadoras. No se puede sacar.
Tamara recogió las piernas, se inclinó hacia Tikhon y le dijo: – Además no te he dicho lo más importante. —
– Que? —
– Malik Kasimov me habló de un hecho importante. —
– Yo entiendo que él tiene relación con el entierro. —
– Directamente. Kasimov se deja llevar por los recuerdos y se puso a hablar. Enseguida se preocupó y calló, pero ya era tarde. Y lo único que hizo fue pedirme que no le contara a nadie. —
– Curioso. —
– En el artГculo, de todos modos, hice algunas alusiones, aunque Г©l me advirtiГі que eso era peligroso. Pero yo no le creГ. —
– Y ahora? —
– Ya tú sabes lo que sucedió. A mà y al redactor principal nos corrieron. —
– Y tú, de que te enteraste? —
La muchacha mirГі hacia la ventana abierta y dijo en un susurro:
– Kasimov dijo que el cráneo de Tamerlán… —
En eso Evtushenko entrГі en la habitaciГіn, maliciosamente mirГі aВ la pareja de jГіvenes sospechosamente cercanos y sonriendo dijo:
– Epa!, conversadores. Vamos a comer? —
Tamara preguntГі, escГ©ptica:
– Pudiste preparar algo con mi exiguo almacén? —
– Macarrones con queso. —
– Comida internacional, pero siempre que esté caliente. – dijo Zakolov y se dirigió a la cocina.
7.– Por mi honor!
El general, furioso, le dio un manotazo aВ la polvera que estaba en el escritorio de Efremov, volteГі las cajas pesadas y desparramГі todos los papeles. Una bГєsqueda rГЎpida en la oficina del profesor no produjo ningГєn resultado. Cuando salГa, el viejo Averianov le echГі un vistazo aВ las tontas pinturas que estaban colgadas en las paredes.
– Un disidente secreto. – Dijo, entre dientes, el general.
Con el ГЎnimo oscurecido se sentГі en el auto. El hijo, temiendo equivocarse de mГЎs, con temor esperГі la decisiГіn del padre:
– Al Kremlin. – resignado ordenó el general.
Veinte minutos despuГ©s, un pГЎlido y sudoroso Grigori Averianov, en el medio de la pomposa oficina del Kremlin, se veГa bastante deplorable. TerminГі el infeliz reporte aВ Khrushchev y sin esperar la reacciГіn del hosco secretario general, se apurГі aВ pedirle:
– Nikita Sergeevich, deme una semanita, yo lo resuelvo. Volteo todo Uzbekistan, pero lo hallaré. —
– No tengo una semana! Tú me fallaste, fallaste a la patria, coño de madre! Hiciste poner de rodillas a toda la Unión Soviética! – estalló el secretario general, moviendo el puño cerrado de su mano gorda para todos lados. – Eso es una alevosa traición! Vas a ir a juicio! —
Cuando la explosiГіn de ira pasГі un poco, se dejГі caer, cansado, en su sillГіn y buscГі en el selector telefГіnico al ministro de la defensa. La puerta se abriГі y apareciГі Malinovsky quien se quedГі en el umbral en posiciГіn de esperar Гіrdenes. Sin levantar la vista, Khrushchev moviГі los dedos, como si limpiara de burusas la mesa, y ordenГі:
– Rodion, arresta al general. —
Malinovsky hinchГі el pecho y dio un paso adelante. Grigori Averianov se apresurГі aВ sacar la pistola del cinturГіn. Antes de entrar aВ la oficina le habГa dado la funda vacГa al oficial de guardia. El ministro de la defensa se tensГі y pasГі una sombra de temor por sus ojos. El secretario general se encogiГі en su sillГіn y apretГі el botГіn escondido en el escritorio. En el silencio que se hizo, claramente se oyГі el clic del botГіn pulsado. La mano temblorosa del general de la KGB no logrГі controlar el arma y el caГ±Гіn apuntГі aВ todos lados hasta que se instalГі en la sien canosa.
– Expiaré mi culpa. Yo solo. – dijo Averianov, con voz ronca.
InclinГі la cabeza, sus ojos se movieron y vieron la cinta del pantalГіn suelta. La alisГі con su mano libre y levantГі la cabeza con orgullo. La mirada ya era clara y dura.
– Por mi honor! – Como si estuviera reportándose al ministro de la defensa.
Estas fueron las Гєltimas palabras del oficial. SonГі el disparo. El general cayГі de cara en el parquet de madera antigua y costosa.
Esa preocupaciГіn se le quitГі rГЎpido aВ Khrushchev. Con repugnancia arrugГі el entrecejo y se dirigiГі hacia la puerta, rodeando el largo cadГЎver y cuidando de no pisar las manchas de sangre. Con fuerza empujГі la alta puerta y rГЎpido atravesГі la recepciГіn, sin mirar aВ los oficiales de guardia que se levantaron asustados. DespuГ©s de dГas de duro insomnio, el secretario general se sintiГі aliviado. Ahora, la soluciГіn de la crisis polГtica para Г©l, era evidente. Un conflicto militar con los EE. UU sin el TalismГЎn de la Guerra, no podГa comenzarse. Era necesario llegar aВ acuerdos.
Nikita Sergeevich Khrushchev se quitГі la chaqueta arrugada y se la lanzГі aВ su general asistente. Se desabotonГі el cuello de la camisa sudada y ordenГі transmitir al ministro de relaciones exteriores que, inmediatamente, hiciera la conexiГіn directa con el presidente de Estados Unidos, John Kennedy.
8.– Un hombre misterioso bajo la ventana
Alexander Evtushenko preparГі tГ© cuando ya habГa oscurecido completamente. Tamara soplГі fuertemente el tГ© hirviente en la taza, bebiГі un poco e insistiГі en llevar aВ Tikhon aВ la habitaciГіn grande. Ella no encendiГі la luz y Zakolov tratГі de sentarse en el mismo sillГіn, pero la muchacha, tercamente, lo empujГі aВ un ГЎngulo del sillГіn. Y ella, recogiendo las piernas, se sentГі aВ su lado. Sus rodillas se tocaban.
– Yo duermo aquГ. – con mucho encanto informГі y despuГ©s callГі.
Zakolov solo vio el parpadeo de la muchacha, de sus rizos salГa el dulce aroma del perfume y por la ventana entraba el canto de las cigarras.
– Y yo tengo asignado un lugar en la habitación de al lado. – Tikhon consideró necesario recordarlo.
– Todo se puede cambiar. – La joven inclinГі la cabeza de tal manera que su cabellera rozГі el hombro del muchacho. Tikhon tratГі de apartarse pero no habГa espacio. Tamara, juguetona, lo apartГі con el puГ±o. – Ok. EstГЎ bien. Yo estaba bromeando. —
Zakolov intentГі dirigir la conversaciГіn hacia el asunto del artГculo.
– Tamara, antes de la cena, tu querГas decir algo importante. —
– SГ. Pero antes, dame tu palabra de que, sin falta, me vas aВ ayudar. —
– Voy a tratar. —
– No. Debes prometerlo. —
Tikhon quiso decir que Г©l no le debГa nada aВ nadie y, que no estaba en sus principios el jurar. Pero la bella muchacha estaba sentada tan cerca, y de ella salГa tal carga de insistencia, que lo mГЎs fГЎcil era aceptarlo.
– Prometo ayudarte. No me gusta, en absoluto, cuando agreden, injustamente, a periodistas. —
– Solo por eso? —
– Tampoco estoy acostumbrado a negarme a bellas muchachas. —
– Y tienes muchas? – Tamara rio, burlona. – Está bien Zakolov, no te avergüences. Yo sé que ahora estás solo. La primera vez tú te enamoraste a los diecisiete años, pero tu novia murió. —
– Te preparaste bien para el encuentro. – Tikhon se sorprendió.
– Es la profesión. —
– Puedes sugerir aВ tu amigo el fГsico probar su aparato en tu campo energГ©tico. —
– Se saldrГЎ de escala y se romperГЎ. – La muchacha se carcajeГі. Pero enseguida se puso seria y agregГі, con tristeza: – No es amigo mГo. Es solo un conocido. Los periodistas deben tener muchos conocidos. Por cierto la mayorГa de ellos me ignora claramente. Antes, el telГ©fono no dejaba de sonar y ahora, pasan dГas y ni una llamada!
– Por eso te dirigiste a m� —
– Nooo. Si es necesario, yo convenzo hasta un muerto. Pero el asunto es que ninguno de mis conocidos está en condiciones de ayudarme. —
– Y eso por qué? —
– No son los apropiados. Alguno es inteligente, alguno, fuerte y otro, valiente. Y yo necesito una persona más completa, que tenga todo eso y además, generoso. Como tú!! —
– Me imagino que tu hermano te hablГі maravillas de mГ. Y si exagerГі? —
– Dmitri? No lo conoces! Ese, primero se burla de alguien antes de halarle mecate. —
– Ok. Basta de cumplidos. Vamos al asunto. —
– Bien. Solo esperaba esto. —
– Entonces cuenta. Que te dijo el cineasta? —
– Malik Kasimov me habló, en secreto, de un hecho fundamental. —
Tamara callГі, de manera significativa. Y Tikhon no pudo aguantarse.
– Vas a seguir con el teatro? Esas pausas… —
– Él me dijo que el cráneo de Tamerlán fue enterrado después. —
– Ya dijiste eso en el artГculo. —
– Pero yo no escribà lo más importante. – Los ojos de la muchacha se abrieron más y, otra vez, acercó su rostro.
– Vas a hacer otra pausa? —
– El cráneo de Tamerlán fue enterrado aparte. —
AВ Zakolov le pareciГі que oyГіВ mal.
– Aparte del resto del cuerpo? —
– SГ. —
– Y eso por y para qué? —
– Esa pregunta se la hice aВ Kasimov. Estuvo indeciso un rato pero yo le insistГ. AВ mГ me pareciГі que tenГa dos sentimientos encontrados. La idea obsesiva de su culpa particular en el comienzo de la gran guerra y el enorme deseo de compartir con alguien el peligroso secreto. —
– Curioso. —
– Y como! AВ mГ, como periodista me pareciГі mucho mГЎs curioso. Y entonces lo provoquГ©. —
– Lo provocaste? —
– Bueno, no literalmente. Hay diferentes truquitos periodГsticos. —
“Y también femeninos”, mentalmente añadió Tikhon. Y preguntó en voz alta:
– Y entonces, de que te enteraste? —
– El cientГfico, al cual encomendaron preparar el entierro, se enterГі de la fuerza maligna del crГЎneo de TamerlГЎn y no quiso que ese crГЎneo, alguna otra vez, se utilizara para desencadenar una guerra, aunque fuera victoriosa. Г‰l consiguiГі esconderlo de todos en un lugar completamente desconocido. Este cientГfico quiso compartir el secreto con Kasimov pero no logrГі hablar con Г©l. El cientГfico muriГі antes de ese encuentro y, probablemente, no sin la ayuda de miembros del KGB. —
– Se ve esperanzador el comienzo. Como buscamos el escondite? —
– Aparentemente, el cientГfico dejГі una pista para que las futuras generaciones llegaran aВ ese lugar. Pero no es cualquiera que puede desenmaraГ±ar esa pista. —
– Eso te lo dijo Kasimov? —
– Si, y Г©l estГЎ convencido de eso. Pero Г©l no sabe dГіnde buscar estas pistas. Aunque es posible que estГ© ocultando algo. AВ mГ me pareciГі que Г©l mismo quiso hallar el crГЎneo, pero dudГі de su convicciГіn. Г‰l piensa que para emprender esa bГєsqueda, solo el cerebro no es suficiente. Se necesita tambiГ©n valentГa, decisiГіn, velocidad de reacciГіn y suerte. Ahora entendiste por quГ© pensГ© en ti? —
– Gracias. Pero en ese examen, una mala calificación puede ser perder la cabeza. —
– Zakolov, por lo que veo, parece que tienes miedo. —
– En esa oscuridad no se puede ver nada. No siquiera desde cerquita. – Disimuladamente, Tikhon se habГa separado del contacto estrecho de la muchacha. – DГ©jame cerrar la ventana y prendemos la luz. —
El estudiante se levantГі del cГіmodo divГЎn, se dirigiГі aВ la ventana y descorriГі la cortina. Entonces quiso hacer una fuerte aspiraciГіn de aire fresco. La mano se estirГі hacia el batiente abierto pero se detuvo inesperadamente. Abajo sonaron piedrecillas, aВ la derecha se percibiГі una sombra y se escucharon pasos apurados. Tikhon se asomГі mejor y logrГі notar una silueta oscura que desaparecГa en la esquina. No quedaban dudas que alguien habГa estado bajo la ventana y habГa escuchado la conversaciГіn.
Ese descubrimiento no le gustГі aВ Tikhon, pero no dijo nada. Ya Tamara estaba suficientemente asustada. En vez de eso, dijo con gran satisfacciГіn: -Que bien se estГЎ aquГ. Ya es Noviembre y todavГa no hace frГo. —
– Esto es Tashkent. – respondió Tamara.
Antes de cerrar la ventana, Zakolov comprobГі que un hubiera nadie en el patio. CerrГі las cortinas dejando una delgada lГnea abierta, y encendiГі laВ luz.
– Donde sugieres tú comenzar la búsqueda? – preguntó Tikhon, parado de lado hacia la ventana, en el centro de la habitación.
– Zakolov, yo pensé que tú ibas a tener alguna idea! —
– Hmmm. La informaciГіn es poca. Me gustarГa hablar con Malik Kasimov. Necesito otra versiГіn. Se puede organizar un encuentro con Г©l? —
– Puedo tratar. Pero va aВ ser difГcil. DespuГ©s del asunto del artГculo, tambiГ©n vinieron donde Г©l. Г‰l se cerrГі y niega todo. Ahorita lo llamo. – Tamara levantГі la bocina telefГіnica, marcГі el nГєmero y despuГ©s de dos repiques cortГі la conexiГіn. ColgГі la bocina. – Vamos aВ hacer lo siguiente: MaГ±ana le caemos donde Г©l, tempranito. No podrГЎ esconderse. —
– Kasimov se levanta temprano? —
– SГ. La entrevista que le hice fue en la maГ±ana. —
– Perfecto. En cuanto nos despertemos vamos para allá. —
– Crees que él no me contó todo? —
– Afortunadamente para ti, no todo. – Tikhon notГі que en la rendija que habГa dejado entre las cortinas se escondГa una mancha oscura. Г‰l tomГі un tono sombrГo. – De todas maneras te contГі bastante. —
Zakolov pronunciГі la Гєltima frase en voz baja, se levantГі con cuidado y se pegГі aВ la pared al lado de la ventana.
Tamara, perpleja, frunciГі los labios. Tikhon, cuidadosamente, separГі la cortina y vio la punta de una nariz grande pegada al vidrio. El resto de la cara del tipo estaba tapada con un capuchГіn gris. El plan de Zakolov funcionГі, ya que el espГa misterioso regresГі. Quedaba por saber quiГ©n los estaba siguiendo.
Le hizo la seГ±a aВ Sasha Evtushenko de que conversara con Tamara. Evtushenko comprendiГі rГЎpidamente y comenzГі aВ hablar de la historia del traslado de TamerlГЎn. Tikhon se agachГі y, sin ruido, se acercГі aВ la antesala. Tamara levantГі las cejas asombrada y quiso preguntar algo, pero Evtushenko se le adelantГі:
– Yo estoy seguro de que el misterio de Tamerlán se puede resolver sin tomar en cuenta lo actual. Es suficiente con estudiar, cuidadosamente, la historia de los últimos años de la vida del emir. Tú no crees? —
– Yo? —
Mientras tanto, Zakolov ya habГa llegado aВ la puerta de salida. Y decidiГі hacer un movimiento extremo.
Tikhon empujГі la puerta que daba al patio, saliГі del pasillo, girГі y se lanzГі hacia el tipo que estaba escondido bajo la ventana. Pero ese, mostrando una agilidad asombrosa, en dos saltos ya habГa doblado la esquina.
“No escaparГЎs”, pensГі Tikhon, aumentando la velocidad. El desconocido, que era un tio robusto de baja estatura y con chaqueta deportiva gris, cruzГі el patio, atravesГі el arco y saliГі aВ la calle. En el silencio que habГa se oГan sus pasos.
“En lГnea recta te alcanzo. Los enanos no pueden correr rГЎpido”, bromeando consigo mismo, pero acelerando.
AВ alta velocidad llegГі al arco. Quiso agarrarse del borde de la pared para cruzar mГЎs rГЎpido, pero vio, abajo en su camino, una pierna atravesada. El intento ineficaz de saltar el obstГЎculo inesperado solo agravГі la situaciГіn. Se tropezГі con la rodilla del tipo, volГі sobre el pavimento y cayГі sobre el pasillo polvoriento.
En pocos segundos quedГі completamente indefenso ante el astuto contrincante.
9.– Averianov, el joven, va tras una pista
Durante mucho tiempo, el oficial de seguridad Grigori Averianov, el joven, recordГі con estremecimiento el terror vergonzoso y pegajoso que lo poseyГі durante la primera semana despuГ©s de la muerte de su padre. El joven fue separado del servicio y se mantuvo en su casa, poniГ©ndose tenso cada vez que sonaba el telГ©fono oВ un carro frenaba frente al edificio donde vivГa. Su madre y Г©l vieron el cuerpo de su padre solo en el funeral. Cuatro funcionarios de guardia del KGB llevaron la urna directamente al cementerio. Aparte de ellos, concentrados en el procedimiento del entierro, y un par de familiares ancianos, ningГєn conocido, ni asistente del general, vino al funeral.
Mirando el montГculo-tumba de tierra fresca, Grigori Averianov recordГі la Гєltima conversaciГіn que tuvo con su padre cuando se separaron en el Kremlin.
… – Si yo no vuelvo, sabes que fue culpa del maldito desgraciado de Efremov en Samarkanda. En el aГ±o cuarenta y cuatro, Г©l y yo cumplГamos un encargo secreto. Yo me descuidГ© y Г©l aprovecho eso para engaГ±arme vilmente.
Averianov, el joven, mirГі interrogativamente aВ su padre deprimido.
– Nosotros llevamos el cráneo de Tamerlán a Samarkanda. —
– El propio? – se asombró el teniente.
– El mismo. El del cruel conquistador. Eso fue una orden de Stalin. Y el hijo de puta de Efremov me hizo un truco de magia. – El general, con rabia, dio un puñetazo al panel delantero del “Volga”.
– Pero, en que te engañó? —
– En la tumba, él puso una figura de cera. Y el verdadero cráneo lo escondió en un lugar desconocido. —
– Y por quГ©, antes, no presionaste al cientГfico? —
– Yo estaba seguro que todo estaba en orden. Y apenas hoy, cuando el partido necesitaba el cráneo… Coño! Si solo me dieran tiempo. —
El general abandonГі el auto y se dirigiГі aВ la oficina del secretario general. El joven Averianov siguiГі con la vista la encorvada silueta de su padre. MГЎs nunca lo verГa con vida…
Y allГЎ, en el cementerio, el teniente de seguridad jurГі que, sin falta, hallarГa el crГЎneo del poderoso de Asia: TamerlГЎn, demostrarГa la intenciГіn malГ©vola del profesor traidor y restablecerГa el honor de su padre.
Enseguida despuГ©s del funeral, al joven Averianov lo llamaron del servicio. El jefe, en una conversaciГіn privada, le informГі que en los altos cГrculos respetan la decisiГіn voluntaria de quitarse la vida y, que por eso, el asunto de su padre estaba cerrado. Grigori debГa llenar unos formatos de permiso y volver al servicio. Como si no hubiera sucedido nada, los colegas empezaron aВ saludarlo de nuevo y sobre el hecho “aquel”, discretamente, no mencionaban nada. La historia borrascosa de Lubianka[6 - Lubianka: Plaza de MoscГє donde estaba la sede de laВ KGB.] conocГa tales tragedias. AdemГЎs, la situaciГіn en el mundo era menos tensa, el conflicto de los cohetes soviГ©ticos en Cuba estaba resuelto y los medios de prensa internacionales empezaban aВ hablar de unas relaciones soviГ©tico-americanas mГЎs cГЎlidas.
Grigori Averianov, con el tiempo, recibiГі el permiso de investigar las circunstancias de la comisiГіn secreta de su padre en el aГ±o 44В en Samarkanda. Pero Г©l podГa dedicarse aВ eso, solo si no descuidaba las tareas importantes.
Como primer paso, Averianov reuniГі el dossier de la persona fatal en el destino de su padre; el profesor y paleontГіlogo Alexander Simeonovich Efremov. Enseguida aparecieron unos detalles curiosos.
Resulta que Efremov era, antes que todo, ingeniero mecГЎnico. Ya en sus aГ±os estudiantiles Г©l patentГі algunos inventos originales y de Г©l se esperaba un gran futuro como ingeniero constructor. En las vacaciones de verano, el estudiante nunca faltaba aВ las expediciones arqueolГіgicas y en ellas apareciГі su interГ©s en las tumbas antiguas y los restos de animales extinguidos. Enigmas para las pГЎginas de la historia. Como resultado, Alexander Efremov se involucrГі tanto con la paleontologГa que solicitГі inscripciГіn en esa facultad. Se la negaron, ya que en los aГ±os treinta habГa una gran necesidad de ingenieros. Pero el estudiante no se rindiГі. Г‰l se las ingeniГі para asistir, paralelamente, aВ las lecciones del eminente especialista en paleontologГa, el acadГ©mico Borisiak. De tal manera que el estudiante consiguiГі resultados substanciales y despuГ©s que terminГі la universidad y, por recomendaciГіn del acadГ©mico, fue asignado al instituto de investigaciones cientГficas que dirigГa.
En 1944В Alexander Efremov ya era uno de los grandes especialistas del Asia Media. Y en Г©l recayГі la suerte de acompaГ±ar aВ Averianov, el viejo, en su viaje secreto aВ Samarkanda. MГЎs exactamente, Averianov, entonces capitГЎn de la KGB, estaba encargado de controlar al cientГfico Efremov.
Antes del viaje, Alexander Efremov se encontrГі con el antropГіlogo Guerasimov y este le entregГі un objeto clasificado con el nГєmero 41—9/13. En el listado de la comisiГіn del capitГЎn Averianov se indica que el objeto 41—9/13В fue colocado en el dispositivo con el nombre “CГЎpsula”. Gracias aВ las conversaciones con su padre, Grigori adivinГі que se trataba del crГЎneo del cojo de hierro TamerlГЎn, como lo llamaban en Occidente oВ el Gran Emir Timur como lo hacГan en el Oriente.
Conversando con gente cercana, Averianov se enterГі de que Stalin creГa en la fuerza mГstica de TamerlГЎn y la utilizГі para sus propios fines. TamerlГЎn no podГa vivir sin la guerra. CumpliГі una campaГ±a bГ©lica tras otra. En su crГЎneo se concentraba una energГa destructora, generadora de carnicerГas humanas. Pero aquel que tuviera el crГЎneo de TamerlГЎn, tendrГa la victoria. AВ diferencia del genio del mal: NapoleГіn, oВ el celebrado por los historiadores: Alejandro el Grande, el emir TamerlГЎn, aВ lo largo de toda su vida, no perdiГі ni una batalla.
Como resultado el vencedor era el que tenГa su crГЎneo!
En una conversaciГіn de militares borrachos, Averianov se enterГі, por un piloto que estaba ahГ, de que un aviГіn con el crГЎneo de TamerlГЎn aВ bordo, en diciembre del aГ±o 41, cuando se realizaba la encarnizada lucha por MoscГє, sobrevolГі la ciudad. Y la capital aguantГі! AguantГі, aВ pesar de todo! Un impresionable Stalin llamГі al crГЎneo TalismГЎn de la Victoria y lo utilizГі en otras situaciones decisorias. Pero al final del aГ±o 44В el ejГ©rcito rojo era mucho mГЎs fuerte que su contrincante. LlegГі el momento de regresar el crГЎneo del sanguinario guerrero aВ su lugar en el mausoleo de Gur— Emir. El espГritu de la guerra debГa tranquilizarse y la larga guerra, terminarse.
Por donde se viere, la comisiГіn aВ Samarkanda se cumpliГі exitosamente, la tarea se cumpliГі, la dirigencia del Kremlin valorГі eso y la carrera del papГЎ se fue aВ las nubes. Efremov ascendiГі aВ Profesor[7 - Profesor: El mГЎs alto grado acadГ©mico en Rusia.] y le fue asignado un laboratorio.
Sin embargo, en el propio momento necesario, en octubre de 1962, el crГЎneo del gran guerrero, no estaba en su sitio!
Como excusa de la investigaciГіn del sospechoso hecho infeliz en el instituto de PaleontologГa, que llevГі aВ la muerte del profesor Efremov, Grigori Averianov leyГі, detenidamente, todos los papeles en la oficina del cientГfico. El oficial de la KGB no encontrГі ninguna indicaciГіn de donde podrГa estar escondido el crГЎneo de TamerlГЎn.
Los colegas del cientГfico no sabГan nada de la expediciГіn secreta del aГ±o 44. En los archivos del instituto aparecГa que al profesor lo habГan llamado, de altas esferas, para consultas, en Bielorusia. Todos supusieron que Alexander Simeonovich ayudarГa en la identificaciГіn de los restos en las fosas comunes halladas despuГ©s de la huida de los fascistas de esa repГєblica. Por razones comprensibles, en las conversaciones posteriores trataron de no tocar ese tema desagradable y no preguntaron por el viaje.
Algunos familiares recordaban el viaje en comisiГіn de Efremov en el aГ±o 44В para algГєn lugar en el frente de batalla, pero no podГan decir algo concreto sobreВ eso.
Un tenaz Averianov continuГі la bГєsqueda en el archivo que el profesor tenГa en su casa. Sobre todo estaba interesado en las cartas de Efremov de aquella Г©poca. En una de ellas, Efremov informaba que el objetivo programado ya estaba cumplido y que pronto volverГa aВ MoscГє. La esposa del cientГfico recordaba que Alexander Simeonovich sonriГі, cuando habiendo regresado aВ casa, Г©l mismo recibiГі esa carta. En aquellos tiempos de guerra las cartas tardaban mucho tiempo en llegar aВ destino y el volviГі en un aviГіn militar de transporte.
El oficial de la KGB, autorizado para instalarse en el despacho casero del profesor, observГі, con detenimiento, el sobre amarillento y silbГі. La carta fue enviada, no desde Bielorusia, sino desde la ciudad uzbeka de Khiva. TambiГ©n le interesГі la fecha en la estampilla. No correspondГa con el informe de su padre sobre el viaje.
Grigori Averianov le propuso aВ la dueГ±a de casa tomarse un tГ©, conversГі con ella, educadamente, sobre tonterГas y, de pronto, le lanzГі la pregunta capciosa:
– Cuantas veces fue Alexander Simeonovich a Uzbekistán a finales de los cuarenta? —
– Una sola vez. —
– Está segura? —
– Claro. Eran los aГ±os de la guerra. En ese momento quien iba aВ pensar en paleontologГa? Pero Sasha se alegrГі tanto por la posibilidad de dedicarse aВ lo suyo, – la viuda enmudeciГі, lentamente se secГі una lГЎgrima y aГ±adiГі:
– Pero no crea. Mi marido solo me hablГі aВ mГ de su viaje aВ Samarkanda y eso, bajo el secreto mГЎs absoluto. Y yo no se lo dije aВ nadie, aВ nadie! Y, ahora, se lo digo aВ usted. Pero puedo decГrselo aВ usted, verdad? —
Grigori Averianov ya no preguntГі mГЎs, recogiГі el sobre y, aВ pesar de la hora tardГa, fue aВ trabajar. En su oficina de la Lubianka, bajo la luz de una lГЎmpara de mesa, desatГі las cintas que amarraban las carpetas numeradas con el informe de su papГЎ sobre el viaje en comisiГіn. Sus dedos se apuraron para hallar la pГЎgina apropiada. Sus ojos nerviosos comprobaron tres veces las dos fechas: la del sobre y la del informe del papГЎ.
El detalle que faltaba! Grigori casi salta de alegrГa.
Resultaba que el cientГfico Alexander Simeonovich Efremov regresГі, del viaje secreto aВ Samarkanda, un mes mГЎs tarde que el capitГЎn de la KGB Grigori Averianov Y estuvo, no solamente, en Samarkanda.
Que hizo el profesor, en Asia Media, tanto tiempo?
10.– La casa lúgubre del cineasta
– Fue aquГ donde sucediГі. – Zakolov se tocГі, con la mano lastimada, el lado golpeado y le mostrГі, aВ Tamara, la salida bajo el arco. – Fui un tonto. No pensГ©, ni por un momento, que el espГa podrГa no estar solo. CaГ en un truco pendejo. —
Los muchachos salieron muy temprano del apartamento y se dirigieron aВ la parada del autobГєs. Tikhon decidiГі que el anciano cineasta Kasimov, especialista en planos cerrados vivos, no le gustarГa una visita de mucha gente, asГ que le propuso aВ Evtushenko quedarse en la casa.
– Pero por qué lo perseguiste? – Tamara preguntó preocupada. – Esa calle nuestra no tiene luz. Es bueno que no te hayan hecho nada. Pero pudieron golpearte cuando estabas en el suelo! Y entonces?! —
– Entonces yo los hubiera jodido. – Zakolov moviГі los labios pensativamente. – OВ ellos aВ mГ. —
– Tonto. —
– De acuerdo. En lo sucesivo trataré de ser más inteligente. —
– Más refrenado. – Corrigió la muchacha y tomó al muchacho por la mano.
– No, más inteligente. Si yo hubiera ponderado la situación correctamente, por lo menos hubiese agarrado a uno de los tipos. —
– Y después? —
– Hubiéramos sabido quién era el curioso. —
– Y no está claro? —
– Toda persona tiene derecho a defender su vida privada! Ellos irrumpieron en la nuestra, con descaro. —
– Acaso vienes de AmГ©rica? En nuestro paГs todo es colectivo. – SuspirГі la joven.
Todo el camino hacia donde Malik Kasimov, Tikhon estuvo alerta y volteando, de vez en cuando, para ver si los seguГan. Hicieron el trayecto con dos trasbordos y pocos pasajeros, por lo tanto, precisar un posible fisgГіn, no era problema. Y no hubo ninguno. Ese hecho tranquilizГі aВ Tamara Kushnir, pero Tikhon casi que se decepcionГі. No le hubiera disgustado ver aВ sus enemigos del dГa anterior y desquitarse.
Mientras caminaban por la callejuela de casas de una sola planta, detrГЎs de altas empalizadas de arcilla, Zakolov volteГі dos veces. AВ esa hora matutina, el camino polvoriento estaba desierto. DetrГЎs de los pocos cipreses piramidales que flanqueaban la calle, era muy difГcil esconderse.
Tamara Kushnir se detuvo ante una valla tupida con reja de hierro, que alguna vez estuvo pintada color esmeralda y ahora tenГa un color blanquecino.
– Kasimov vive aquГ. – InformГі Tamara y apretГі el pequeГ±o botГіn del timbre. – Quiera Dios que estГ© de buen humor. —
En la parte de atrГЎs del patio se oyГі el sonido del timbre que aВ lo lejos pareciГі zumbido de abejas. Esperaron. Tocaron el timbre otra vez. De nuevo la vibraciГіn del viejo timbre y no otros sonidos.
– Tiene un patio atrás de la casa. Es posible que Kasimov esté allá y no oiga el timbre. – aventuró Tamara.
– O salió. —
– No. Г‰l me dijo que sale dos veces aВ la semana aВ comprar vГveres. El resto del tiempo mira fotografГas y cuida sus plantas. Para ir aВ las tiendas es muy temprano. —
– Y al mercado? —
– Es lejos desde aquГ. Г‰l me dijo que le gusta fotografiar las flores que salen de su siembra. Yo creo que Г©l estГЎ en el patio trasero. —
– Estamos en Noviembre. Las flores solamente pueden estar en la casa. —
Tamara se vio confundida.
– Entonces no sé. —
Tikhon mirГі el pasador de la cerradura y empujГі la puerta de hierro. Ella respondiГі con un golpe sonoro, pero no se abriГі.
– Pudieron haber halado la puerta desde afuera. Llama otra vez. —
Tamara sostuvo un rato el dedo en el timbre.
– Nadie. – Concluyó Tikhon, entonces consideró la altura de la empalizada y miró, interrogativamente, a la muchacha.
– Tú quieres…? – Tamara miró hacia arriba con sus cejas levantadas con asombro.
– Entonces, perdimos el viaje? —
Zakolov se aferrГі al borde de la empalizada y, ГЎgilmente, saltГі sobre la barrera de piedra. Sus pies aterrizaron en la hierba descolorida, con las piernas dobladas. Tras unos arbustos, Г©l vio la fachada de una casa pequeГ±a con dos ventanas y una puerta cerrada en el medio. Mientras Tikhon se levantaba y se sacudГa las manos, algo se moviГі en la ventana derecha!
Alguien se escondГa en la habitaciГіn oВ la sombra del ciprГ©s daba esa impresiГіn en el vidrio opaco?
Puso atenciГіn y no vio mГЎs ningГєn movimiento. Zakolov se conformГі con la segunda opciГіn. Entonces abriГі la puerta para dejar pasar aВ la muchacha.
– Tú siempre haces eso? – preguntó Tamara con severidad.
– Que? —
– Entrar a una casa ajena sin invitación. —
– Solo cuando las circunstancias lo exigen. —
– Mi hermano te describió correctamente. – La muchacha se explayó en una sonrisa de satisfacción.
Tikhon se dirigiГі aВ la casa silenciosa, pero aВ medio camino se detuvo y levantГі el dedo Гndice:
– Escuchas? —
– No. – Dijo la joven en un susurro de preocupación.
– Hay alguien caminando detrás de la casa. —
– Él está en el patio, yo te lo dije. – Sin mediar palabras, Tamara se dirigió a la esquina de la casa y dijo en voz alta: – Estimado Malik! Soy yo, Tamara Kushnir. Disculpe que entramos, pero la puerta estaba abierta. —
– TГє siempre haces eso? – Se reГa Tikhon, alcanzando aВ la muchacha.
– Que? —
– Inventar cuentos sobre la marcha. —
– Solo cuando las circunstancias lo exigen. —
– Tu hermano te describió correctamente. —
– Nosotros congeniamos. – La joven movió las pestañas coquetamente y tomó la mano de Tikhon.
Ambos se carcajearon y, divertidos asГ, dieron vuelta aВ la casa. Lo que la muchacha llamaba jardГn eran tres ГЎrboles frutales sin la mitad de las hojas y algunos rosales espinosos con cortes donde hubo capullos. AВ diez metros se terminaba el jardГn con una valla pequeГ±a, tras la cual se veГa otra casa.
– Malik Kasimov, donde estГЎ usted? – Timidamente preguntГі Tamara, buscando con los ojos aВ alguien en el jardГn vacГo. DГЎndose por vencida, se dirigiГі aВ Tikhon: – Seguro escuchaste pasos? —
– SГ. – Zakolov mirГі hacia la puerta abierta que daba de la casa al jardГn. Ella se movГa suavemente, ya sea por causa del viento oВ por un golpe fuerte que recibiГі. Г‰l pasГі la mirada hacia los ГЎrboles; las hojas no se movГan. OВ sea, no es el viento! – Alguien utilizГі esta puerta reciГ©n. —
– Kasimov, probablemente. RegresГі aВ la casa desde el jardГn para encontrarnos del lado del frente. – Se alegrГі Tamara y, con decisiГіn, se acercГі aВ la puerta abierta y, en voz alta: – Estimado Malik. Se puede? —
– No entres. Espera aquГ!. – Tikhon detuvo aВ la muchacha, recordando que esos pasos rГЎpidos que escuchГі se alejaban, no que se dirigГan aВ la casa. BajГі la voz: – No me gusta este juego del escondite. —
La puerta de entrada terminГі de moverse. Se hizo el silencio. La sonrisa de alegrГa de la joven se transformГі en una mueca y se instalГі una mГЎscara de temor en el rostro.
Zakolov apartГі aВ la muchacha y, con cuidado, se dirigiГі aВ la casa. El piso de madera ante la puerta crujiГі bajo sus pies. Eso es bueno, pensГі Tikhon. Su presencia no la puede esconder y que se escuchen pasos ajenos, no molesta.
En la cГіmoda terracita, ante la puerta, aparte de los dos sillones de mimbre, una mesita redonda y sobre ella, un bol y una tetera, unos estantes con libros y unos ganchos con ropa, no habГa mГЎs nada. Nuestro cineasta vive un poco desordenado, pensГі Tikhon. Algunos libros y parte de la ropa estaban en el piso. Una personalidad exГіtica? Pero Tamara no dijo nada deВ eso.
De un tirГіn abriГі la puerta de la siguiente habitaciГіn, protegiГ©ndose con ella. La precauciГіn se revelГі innecesaria. El oscuro lugar estaba silencioso y solo habГa una luz titilante. En la terraza habГa un orden ideal en comparaciГіn con lo que Tikhon vio en esa habitaciГіn, la cual parecГa un despacho. Ya desde el umbral, se tropezГі con papeles, revistas y fotografГas regadas por toda la habitaciГіn. El armario de libros estaba abierto y todo su contenido estaba tirado por el piso, todos los cajones del escritorio estaban abiertos. En el medio de la habitaciГіn estaba una silla volteada. En el rincГіn mГЎs lejano estaba un televisor prendido, sin volumen. Ese televisor daba una luz extraГ±a ya que las cortinas, de la Гєnica ventana, estaban cerradas. En la pantalla un seГ±or, bien vestido, hablaba.
AВ tres metros del televisor estaba un sillГіn alto. Al principio el sillГіn parecГa vacГo pero, cuando dio un paso hacia adelante, Tikhon vio, sobresaliendo del espaldar, la coronilla de una cabeza. La persona no se movГa, ni siquiera ante la presencia del extraГ±o; solo parecГa mirar la pantalla insonora.
Tikhon hizo ruido caminando. DespuГ©s tosiГі. La persona no reaccionГі. SerГЎ que pasГі la noche viendo la televisiГіn y se quedГі dormido? Pero por quГ© le cortГі el sonido? Y quien corriГі en el jardГn?
Zakolov superГі la primera inquietud y mirГі con mГЎs atenciГіn. La coronilla de la persona sentada en el sillГіn brillГі extraГ±amente. AВ Tikhon incluso le pareciГі que era la cabeza de plГЎstico de un maniquГ. Alguien saliГі de la casa dejando una muГ±eca? QuГ© tipo de juego esВ ese?
Tikhon Zakolov, lentamente, rodeГі el sillГіn. Su mirada no se apartaba de la lisa cabeza. Al principio el creyГі distinguir el perfil de la persona, pero la mala iluminaciГіn no le permitiГі discernir del todo.
En la pantalla comenzaban unos documentales sobre la guerra. Mostraban la vida en las trincheras durante las noches. La habitaciГіn se hundiГі en la sombra. Dio tres pasos mГЎs y ya Tikhon estaba frente la oscura silueta en el hondo sillГіn. No era posible distinguir sus rasgos.
– Camarada Kasimov, – Tikhon dijo tГmidamente. – EstГЎ durmiendo? —
Los viejos se quedan durmiendo viendo la televisiГіn, pensГі Zakolov y dio un paso adelante.
– Camarada Kasimov. – Tikhon se inclinó para sacudir al cineasta.
La mano ya llegaba al pecho de la persona sentada cuando en la pantalla aparecieron fogonazos de disparos de baterГas “Katiusha”[8 - Katiusha: Apelativo de las baterГas mГєltiples de misiles creadas en la UniГіn SoviГ©tica.]. La luz en la pantalla hizo ver la cabeza de un hombre canoso con una mirada de terror dentro de una bolsa de plГЎstico. El muchacho dio un salto hacia atrГЎs.
Los fogonazos en la pantalla se sucedГan unos aВ otros y cada uno de ellos exponГa un nuevo detalle del horrible cuadro. Los ojos brotados, la boca abierta, la bolsa de plГЎstico amarrada al cuello, las piernas y brazos atados al pesado sillГіn. Pero cuando la pantalla mantuvo la iluminaciГіn constante, Tikhon observГі lo mГЎs importante: En el lado izquierdo del pecho del hombre amarrado habГa una mancha de sangre.
Ya no habГa dudas. En el sillГіn estaba un cadГЎver en pijama azul.
11.– La Ciudad de los Muertos
Grigori Averianov gastГі dos aГ±os en busca de personas que supieran algo sobre la estadГa del paleontГіlogo Efremov en Khiva en 1944. El estudio de los archivos y los interrogatorios aВ los habitantes, durante visitas cortas, no fueron en balde ya que, como resultado, Г©l encontrГі la casa donde el cientГfico habГa estado varias semanas. Pero no hubo suerte ahГ tampoco. En esa casa ya deteriorada vivГa una nueva familia que nunca habГa visto al cientГfico.
Un anciano, completamente sordo, que vivГa enfrente vino en ayuda de los vecinos. Casi gritando, el abuelo contГі que el anterior dueГ±o de la casa, Ashmuratov, el comedido director del cementerio de la ciudad, el 9В de Mayo de 1945, cuando todos celebraban la victoria en la Gran Guerra Patria, agarrГі un sable bien afilado y en un arranque de ira, matГі aВ la esposa. DespuГ©s le cortГі la cabeza al vecino, quien vino preocupado aВ causa de los gritos femeninos y, enseguida, atacГі aВ cuatro policГas armados. La lucha fue sangrienta. Ashmuratov matГі aВ uno, hiriГі aВ otro, pero los otros agentes del orden lo bajaron aВ balazos.
Ashmuratov cayГі aquГ, descriptivamente mostrГі el anciano la puerta de entrada y, moviendo el Гndice dramГЎticamente, agregГі, que pasГі mucho tiempo para que alguien volviera aВ entrar aВ la casa maldita.
Preguntarle al viejo sordo acerca de la vida del director del cementerio antes de eso, fue inГєtil. Г‰l culpabilizaba de la conmociГіn al espГritu del guerrero salvaje que saliГі de su antigua tumba e incitГі al asesinato. Por esto, todo el cuento del anciano tomaba rasgos fantГЎsticos.
Los archivos del Ministerio del Interior local confirmaron la evidencia de ese hecho trГЎgico. En ese mismo archivo Grigori Averianov leyГі que aВ la pareja de los Ashmuratov le sobreviviГі un hijo de ocho aГ±os, Bakhtliar quien fue entregado aВ un orfanato en Tashkent.
La bГєsqueda del hijo de los Ashmuratov durГі cerca de seis meses. El capitГЎn Averianov encontrГі aВ Bakhtliar, ya de veintiocho aГ±os de edad, en la colonia Tobolskaia, un penal de mГЎxima seguridad. AВ Ashmuratov, recientemente lo habГan condenado aВ una segunda sentencia carcelaria por asalto aВ mano armada con lesiones corporales.
El delincuente reiterado, con cuello de toro y bГceps de acero, recibiГі al oficial de la KGB con gesto esperanzador pero, sabiendo que se trataba de los hechos del aГ±o 44, rГЎpidamente se desentendiГі, bajГі la mirada y decayГі su ГЎnimo.
– Jefe, dame un cigarrillo. – hoscamente pidiГі Bakhtliar, largo tiempo aspirГі el cigarrillo y despuГ©s, mirando al piso, dijo: – Yo recuerdo al tГo Simeon. AsГ lo llamaba mi papГЎ. Cuando Г©l se instalГі en la casa, mi mamГЎ enseguida empezГі aВ pelear con mi papГЎ, porque aquel, de MoscГє, venГa aВ buscar la Ciudad de los Muertos. —
– La Ciudad de los Muertos? Que es ese lugar? —
– No sabes? Eso es raro. Yo pensГ© que tГє venГas por eso. Muchos quisieran ir allГЎ. —
– Para…? —
– No sé. – Bakhtliar miró despreciativamente y calló.
– Ashmuratov, contesta la pregunta. – No se contuvo el oficial. – Que sabes de la Ciudad de los Muertos? —
– EstГЎ bien, jefe. Fue mi mamГЎ quien me hablГі de eso. Muchos siglos atrГЎs, el gran emir TamerlГЎn atacГі aВ Khorezm. Г‰l vino con su ejГ©rcito aВ nuestra tierra varias veces. Khiva siempre mostrГі una resistencia desesperada, algunas veces hasta pagГі rescate pero, de todos modos, fue tomada por los ejГ©rcitos de TamerlГЎn. El kan local y sus hijos habГan construido un escondite subterrГЎneo con entradas secretas y se escondiГі ahГ. TamerlГЎn encontrГі una entrada y enviГі allГ una escuadra armada. No regresГі ninguno de sus soldados. Entonces TamerlГЎn enviГі una cantidad triple de sus soldados al subterrГЎneo y no volviГі ninguno tampoco. Entonces TamerlГЎn reuniГі una cantidad quГntuple de sus soldados de Г©lite y, otra vez, los enviГі al estrecho tГєnel. AdemГЎs, les ofreciГі, por la cabeza del kan, todos los tesoros que encontraran en el escondite subterrГЎneo. TamerlГЎn esperГі tres dГas, pero nadie volviГі. Entonces, el furioso emir, ordenГі liquidar una cantidad diez veces mГЎs de ciudadanos que sus soldados desaparecidos. Entonces llenГі ese tГєnel de entrada con arcilla y todas las cabezas de los ejecutados para que nunca nadie pudiera salir de ahГ. Desde ese entonces, aВ esos tГєneles bajo Khiva, los llaman la Ciudad de los Muertos. —
– Ok. Y entonces? —
– Al kan y aВ sus hijos no los vieron mГЎs nunca. Se dice que murieron en las trampas que ellos mismos ordenaron construir. Mi madre contaba que siempre hubo desesperados que querГan hallar los tesoros que escondiГі el kan. Algunos hicieron aberturas entre el montГіn de crГЎneos, otros buscaron diferentes caminos, pero todo aquel que cayГі en la Ciudad de los Muertos despareciГі sin dejar rastro.
– Y el tГo Simeon de MoscГє, tambiГ©n se dirigiГі hacia allГЎ? —
– Él dijo que aВ Г©l no le interesaba ningГєn tesoro. Г‰l es un gran especialista de huesos y querГa comprobar una vieja leyenda. Mi padre le mostrГі la vieja entrada al subterrГЎneo la cual, TamerlГЎn, llenГі con las cabezas cortadas. Pero este lugar, hace muchos aГ±os, lo habГan tapiado con cemento, para quitarle la costumbre aВ todo el mundo de venir aВ probar suerte. SimeГіn simulГі olvidarse de ese cometido, pero no fue asГ. Yo estaba pequeГ±o y aВ mГ me gustaba seguirlo. Г‰l estudiГі todas las construcciones antiguas en la ciudad y, con frecuencia, llevaba instrumentos extraГ±os, pero regresaba sin ellos. Algunas Г©l fue al cementerio con mi papГЎ y preguntaba cosas sobre las tumbas. Una vez fue, quien sabe dГіnde, y regresГі con una caja pequeГ±a metГЎlica. Г‰l estaba muy nervioso. Esa caja estuvo toda la noche en la casa. Yo recuerdo ese dГa. Esa fue la primera vez que mi papГЎ le pegГі aВ mi mamГЎ. —
Bakhtliar callГі. Averianov le dio un nuevo cigarrillo.
– De qué tamaño era la caja? —
– Ah? La caja? Como una caja para enviar cosas por correo, pero bien hecha. Era como un pequeño ataúd. Con una abrazadera arriba y una presilla por un lado. —
– Él la abrió? —
– No. Enseguida la metió bajo la cama. —
– Que más recuerdas de Simeón? —
– Al dГa siguiente, tomГі la caja y se fue aВ la ciudad. En la casa habГa tristeza y yo, por costumbre, me fui tras Г©l. Г‰l se metiГі en una vieja torre de la fortaleza, yo no quise esconderme y entrГ© tambiГ©n. Pero entonces sucediГі algo extraГ±Гsimo. En la torre habГa una sola entrada. SimeГіn no saliГі por ahГ, pero adentro tampoco estaba. Las paredes peladas, una escalera para subir; subГ y lleguГ© aВ un espacio techado y con almenas, no habГa nadie! El cientГfico habГa desaparecido. —
– Pudo haber saltado. —
– Una persona no cabe por las almenas. —
– Y no lo viste más? —
– Claro que lo vi! SimeГіn volviГі pero por otro lugar. En la maГ±ana yo estaba en la casa y en la tarde fui al cementerio, donde mi padre. Yo querГa que mis padres se contentaran. Mi papГЎ saliГі del cementerio de Гєltimo, cuando me lo llevГ© aВ casa. Nosotros ya estГЎbamos cerca de la salida cuando, de repente, SimeГіn, desde adentro, nos alcanzГі. Г‰l estaba sin la caja y todo lleno de tierra, como si hubiera salido de una tumba. Mi padre estaba disgustado y no puso atenciГіn aВ eso, pero SimeГіn sonriГі y dijo que ya habГa cumplido su asunto y se irГa al dГa siguiente.
– Se fue? —
– Si, al dГa siguiente. Yo me quedГ© pensando: “Como llegГі al cementerio?”. Desde la ciudad no podГa llegar, estГЎ en el otro extremo. Yo recordaba la direcciГіn, desde la cual, Г©l llegГі aВ las puertas. AhГ, en una esquina, estaba una cripta abandonada. Yo fui hasta allГЎ, la lГЎpida estaba ladeada, mirГ© el interior y, en vez de un muerto lo que habГa era un vacГo negro. —
– Como que un vacГo? —
– Un hueco! El fondo no se veГa. Yo creo que era una entrada aВ la Ciudad de lo Muertos. —
Averianov ladeГі la cabeza para mirar aВ Bakhtliar y, por supuesto, le preguntГі:
– Claro que entraste ahГ, no? —
– Al principio me dio miedo entrar, pero al mes fui ahГ de nuevo, movГ la lГЎpida y mirГ© el foso profundo, parecido aВ un pozo. No querГa bajar solo y se me ocurriГі algo. Nosotros tenГamos una perra, Zhulia, la cual tirГЎbamos en cualquier lado, pero ella siempre volvГa aВ casa. Yo la bajГ© aВ la fosa. Los primeros dГas ladraba, mirando hacia arriba. No le dГ ni agua ni comida asГ, que tuvo que meterse mГЎs adentro. Yo pensГ© que si ella encontraba otra salida, volverГa aВ casa. Era una perra muy inteligente. Si ella volvГa al pozo, yo la hubiera sacado. Y la esperГ© una semana, pero Zhulia no volviГі. —
– Y tú no te arriesgaste? —
– Nooo, jefe. Yo recordaba muy bien los cuentos terribles de mi mamá sobre la Ciudad de los Muertos. – Literalmente, Bakhtliar volvió a los recuerdos de su infancia, pero enseguida se compuso y volvió a ser el duro convicto.
– Me mostrarГas ese pozo? —
– TodavГa tengo siete aГ±os para pasar aquГ. – se sonriГі Ashmuratov.
– Te ayudarГ© aВ salir de aquГ si bajas aВ ese pozo y encuentras la caja metГЎlica que tenГa SimeГіn. —
Bakhtliar se rio nerviosamente.
– No jefe. Yo todavГa quiero vivir. BГєscate otros pendejos. De la Ciudad de los Muertos nadie ha regresado. —
– Y Simeón? Como lo consiguió él? —
– Pregúntale. —
– Está muerto. —
– De muerte natural? —
– No exactamente. —
– Viste? Los espГritus malos de la Ciudad se vengaron. —
Grigori Averianov se disgustГі.
– No me vengas con esas estupideces de espГritus! TГє lo que tienes es miedo. MuГ©strame dГіnde estГЎ ese pozo y yo consigo unos tipos mГЎs arrechos que tГє! —
– Candidatos a morirse siempre sobran. —
– Entonces, vas a decirme donde está el pozo? —
– Oye jefe, tenemos pocos cigarrillos. —
Averianov sacГі la caja de cigarrillos, ya abierta, y tratГі de entregГЎrsela al convicto.
– Eso es poco. Jefe. —
– Te voy a dar veinte cajas. —
– Y cañita nunca tenemos. El cuerpo lo pide. —
– Dime donde está el pozo y tendrás licor. —
– No me estás engañando? —
– Yo no soy policГa. —
– Lo adivinГ©. Dame un papel. AquГ estГЎ la muralla de la ciudad y aquГ el viejo cementerio. En la esquina habГa una cripta, pero en vez de una tumba hay una fosa profunda. Mi padre me dijo que, en tiempos antiguos, asГ escondГan los pozos de los enemigos. Pero yo te digo que ese hueco no se parece aВ un pozo. Por ahГ saliГі SimeГіn.
12.– El cadáver en el sillón
Cuando constatГі que era una persona muerta lo que estaba frente al parpadeante televisor, Tikhon Zakolov palideciГі de terror. Г‰l habГa olvidado completamente que aВ su espalda estaba la puerta de la entrada principal, la cual Г©l no se habГa molestado en revisar.
Y ahГ, en impermeable y con guantes, muy atento al que habГa entrado aВ la habitaciГіn, estaba escondida una persona. Cuando se dio cuenta de que habГan descubierto el cadГЎver, se puso el sombrero, tomГі el maletГn negro, lleno de papeles y, sin hacer ruido, saliГі de la casa por la puerta principal. En una esquina de la calle, el tipo en impermeable, hallГі un telГ©fono pГєblico, comprobГі que no hubiera gente cerca y marcГі el nГєmero 02В de la policГa. Tapando el micrГіfono con un paГ±uelo y hablando atropelladamente, el tipo del impermeable informГі que en la casa del conocido cineasta se escucharon gritos horribles como si hubieran matado aВ alguien y colgГі la bocina.
DespuГ©s de la primera ola de pГЎnico, Zakolov se tranquilizГі y apagГі el televisor. En el centro de la habitaciГіn se formГі un cono de luz sobre el cadГЎver. Tikhon corriГі la cortina de la ventana un poquito. La luz natural que se colГі por la abertura hizo que el cuadro del asesinato no fuera tan dramГЎtico. El joven llamГі aВ la muchacha y la encontrГі en el umbral de la puerta de la habitaciГіn.
– Tamara, llegamos tarde. AquГ mataron aВ alguien. Ahorita lo verГЎs… respira tranquila, Tamara. – Zakolov tomГі aВ la muchacha pГЎlida. – No te vayas aВ desmayar. No me gustarГa. Aguanta. Es necesario que reconozcas aВ Kasimov. DespuГ©s nos iremos. —
Г‰l llevГі aВ la muchacha hacia el sillГіn sosteniГ©ndola por la cintura.
– Es Malik Kasimov? —
Tamara asintiГі nerviosamente, se pegГі aВ Zakolov y, con voz temblorosa, preguntГі:
– Que pasó aqu� —
Tikhon suspirГі fuertemente.
– Yo creo que todo fue muy sencillo. AВ Kasimov lo levantaron de la cama en el medio de la noche. Lo amarraron del sillГіn y empezaron aВ torturarlo. La tortura no fue sutil. Le ponen una bolsa en la cabeza, esperan que se empiece aВ ahogar, se la quitan. Y, de nuevo, le hacen la pregunta. Actuaron calculadamente y aВ sangre frГa. Observa, lo trajeron desde el dormitorio aВ esta oficina. Esta habitaciГіn estГЎ en el centro de la casa y aquГ hay una sola ventana. Para que no se escuchara nada, cerraron las cortinas y encendieron el televisor. – Zakolov hizo un recorrido con la vista de la habitaciГіn revuelta. – Ellos buscaban algo, y Г©l no quiso entregarlo. Kasimov tendrГa dinero? —
– Poco probable. —
– Y yo lo creo. Juzgando por el papelero regado, los asesinos no buscaban cosas valiosas, sino documentos. —
– Asesinos? Eran varios? —
– Por lo menos, dos. —
– ExplГcate. —
Tikhon mirГі con asombro aВ Tamara, la cual, minutos antes, temblaba de miedo. Ahora, se desentendiГі del cadГЎver y, con curiosidad, examinaba la habitaciГіn. Una verdadera periodista. Nada que decir.
– Dos. Porque, mientras uno lo sostenГa, el otro lo amarraba. Mira, el rostro de la vГctima no tiene golpes. El pijama no estГЎ roto. Inclusive todos los botones estГЎn en su sitio. Si hubiera actuado uno solo, tendrГa que haberlo ahorcado oВ golpearlo fuertemente antes de atarlo.
– Que documentos buscarГan? —
– Se me ocurre que ellos están interesados en lo mismo que nosotros. —
– Por qué crees eso? —
– Ayer alguien, fuera de la ventana, nos escuchГі. Nosotros dijimos que hoy vendrГamos donde Kasimov. Y decidieron adelantГЎrsenos. —
– Que mala suerte! Llegamos tarde! —
– Tú lo sientes porque mataron a una persona o porque se perdieron unos documentos? —
– Que clase de pregunta idiota es esa? —
– Solo quiero entenderte mejor. —
– Yo necesito saber dónde está el cráneo de Tamerlán! —
– Gracias por la sinceridad. —
– Te gustan las palabritas, no? Los asesinos pudieron haber venido después de nosotros. Y torturar, y matar. —
– Eso es lógico. A propósito, te puedes quedar tranquila. Los asesinos no consiguieron la información. —
– Por quГ© estГЎs tan seguro? – Una alicaГda Tamara se alegrГі y mirГі, esperanzada, aВ los ojos de Zakolov.
– A Malik Kasimov lo torturaron hasta nuestra llegada. Significa que él no dijo nada a los asesinos. Y él no murió asfixiado. —
– Y de que murió entonces? Tiene una bolsa en la cabeza. —
– Antes de morir asfixiada, la persona pierde el conocimiento. Los ojos y la boca estarГan cerrados. Kasimov muriГі instantГЎneamente. Mira la mancha oscura en el lado izquierdo del pecho. Le dieron una cuchillada directamente en el corazГіn. Yo tratГ© de sentirle el pulso en el cuello. La piel todavГa estaba tibia. Los asesinos oyeron nuestros timbrazos, le cortaron el sonido al televisor y le pusieron la bolsa de plГЎstico aВ Kasimov. Cuando vieron que de todas maneras entramos, para mayor seguridad lo acuchillaron y se fueron por el jardГn. Por cierto, yo escuchГ© sus pasos. – Tikhon reflexionГі y recordГі algo. Con decepciГіn se mordiГі los labios y dijo: – Espera…, yo escuchГ© los pasos de una sola persona. —
Se volteГі y abriГі la puerta del pequeГ±o zaguГЎn. La puerta de entrada aВ la casa estaba abierta.
– Como no se me ocurriГі revisar toda la habitaciГіn! Ellos se fueron por caminos diferentes. Y uno de ellos se quedГі hasta el final observГЎndonos. Г‰l vio cuando pasamos al jardГn. EsperГі para ver si entrГЎbamos aВ la casa. Para ver si encontrГЎbamos el cadГЎver. Si es asГ, – Zakolov pasГі su mano por la frente. – Si es asГ, debemos salir de aquГ lo mГЎs rГЎpido posible. —
– Espera. Debemos averiguar dГіnde estГЎ el crГЎneo de TamerlГЎn. – Tamara estaba arrodillada revolviendo y buscando entre las fotografГas.
– No toques nada! No hay que dejar huellas digitales! —
– Ya yo estuve aquГ. Kasimov me mostrГі las fotografГas. – la joven moviГі los hombros, indiferente. – Г‰l sugiriГі que conoce el camino al secreto. —
– Como que sugirió? —
– No dijo nada concreto. Pero en los ojos se le vio seguridad. —
– Temo que tenemos poco tiempo. —
– Claro. Hay que ponerse a buscar. —
Zakolov quiso insistir, pero tuvo dudas. Veinte minutos antes, él invadió la propiedad y después se metió en la casa, sin invitación. La muchacha está buscando y no la molesta el cadáver presente, y él…
Zakolov paseГі la vista por la habitaciГіn. Buscar en el desorden de los papeles no tiene sentido, pasarГan horas. Entre los libros notГі aВ los autores Conan Doyle, Agatha Christie y George Simenon. Quiere decir que al difunto cineasta le interesaban los policiales clГЎsicos. Y alguno de los grandes autores escribiГі: la mejor manera de esconder algo, es ponerlo en el sitio mГЎs visible. Vamos aВ partir de eso. Que es lo primero que salta aВ la vista cuando se entra en la habitaciГіn?
Tikhon se fue hacia el umbral.
– Te vas? – irónica, preguntó Kushnir y siguió buscando entre los papeles, de manera desordenada.
– No molestes. Tienes algo que hacer, hazlo. —
De nuevo, Zakolov revisГі con la vista el desordenado despacho del cineasta. AdemГЎs del gran escritorio y el armario para libros, donde se concentraron los asesinos, aВ la vista se manifestaba la pared, llena de fotografГas. HabГa fotos interesantes del trabajo de Kasimov asГ como fotografГas del cineasta con amigos y colegas.
Tikhon se paseГі aВ lo largo de la pared mirando los paisajes, los monumentos arquitectГіnicos y los rostros de las personas. HabГa una treintena de fotografГas. En algunas se veГan construcciones de la edad media. Es posible que, entre ellas, el cineasta hubiera colocado el sitio concreto donde estaba el crГЎneo de TamerlГЎn. Pero Kasimov habГa dicho que Г©l no sabГa dГіnde estaba el sitio, y eso seguramente era verdad. Г‰l tambiГ©n mencionГі aВ la gente de la KGB y al arqueГіlogo. Ellos estГЎn directamente relacionados con el secreto. En las fotografГas habГa militares, pero esas eran del tiempo de la Gran Guerra Patria. TambiГ©n habГa fotos de grupos de arqueГіlogos. Se les podГa reconocer por la ropa polvorienta, las barbas, el tipo de sombreros y la piel tostada por elВ sol.
CuГЎl era la fotografГa importante? Donde estaba la pista?
Zakolov volviГі la espalda aВ la pared y mirГі los ojos muertos de Kasimov. HacГa media hora esta persona estaba viva. Pero lo que era asombroso es que en el instante antes de morir Г©l no miraba al asesino! El que sostenГa la bolsa plГЎstica estaba aВ su espalda y el que lo acuchillГі estaba de frente oВ aВ su izquierda. La cabeza estaba, claramente, ladeada aВ su derecha y miraba las fotografГas en la pared!
Tikhon tratГі de determinar la direcciГіn exacta de la mirada. Se empezГі aВ mover aВ lo largo y aВ espaldas de la pared, agachГЎndose oВ estirГЎndose, mientras no sintiГі los ojos muertos dirigidos directamente aВ sus ojos. Tratando de no mover la cabeza, mientras estaba semiagachado, se volteГі. Su nariz apuntaba aВ una extraГ±a fotografГa.
Era la foto de Malik Kasimov en algГєn museo de pintura frente aВ un cuadro abstracto. El cineasta tenГa un libro en su mano y miraba ese cuadro. En Г©l estaban representados diferentes figuras geomГ©tricas y puntos. Las figuras formaban un patrГіn incomprensible. El cuadro no recordaba ningГєn trabajo conocido de los abstraccionistas.
Alguna nueva direcciГіn en el arte contemporГЎneo, simbolismo oВ geometrismo, pensГі Tikhon. Solo, que hace aquГ esa fotografГa ordinaria?
Zakolov se volteГі para preguntarle aВ Kushnir sobre la fotografГa. Entre ellos habГa una banda de luz solar desde la ventana. Г‰l pronunciГі el nombre de la muchacha al mismo tiempo que vio pasar una sombra por la zona iluminada. Hay alguien en el patio. Los asesinos? Solo eso faltaba!
Tikhon le hizo seГ±as de silencio aВ la muchacha y de no levantarse y, sin hacer ruido, se dirigiГі aВ la puerta trasera. Cuando vio hacia afuera, se dio cuenta de que la situaciГіn nueva era peor que el regreso de los asesinos. Desde afuera se acercaba un policГa. El funcionario caminaba agachado pero habГa olvidado la gorra alta que se movГa en la parte baja de la ventana como una decoraciГіn en un teatro de marionetas.
Salir al patio por la puerta de atrГЎs, no era posible.
Zakolov tomГі la mano de la muchacha y se dirigiГі hacia la puerta principal. Tamara agarrГі la paca de fotografГas. Llegaron rГЎpido al zaguГЎn cuando notaron, con pГЎnico, que la puerta principal se abrГa lentamente. La policГa, sorpresivamente, habГa calculado bien esta vez. Los dos caminos de escape, estaban bloqueados.
Zakolov y Kushnir estaban en una trampa junto al cadГЎver del respetado cineasta, el cual, todavГa no se habГa puesto rГgido.
13.– Entrada a la Ciudad de los Muertos
Por el dibujo sencillo que hizo el convicto Bakhtliar Ashmuratov, el capitГЎn de la KGB, Grigori Averianov, encontrГі, aunque no enseguida, en uno de los cementerios de Khiva una antigua y singular tumba sin cadГЎver. Г‰l corriГі la lГЎpida y vio una fosa rectangular oscura. El rayo de luz de la potente linterna se moviГі por las paredes de piedra y apuntГі hacia lo profundo. Con una escalera de cuerdas el capitГЎn bajГі. Abajo en el fondo, en la pared se abrГa un estrecho agujero, aВ travГ©s del cual la luz de la linterna se ahogaba en la impenetrable oscuridad.
Averianov retrocediГі ante el agujero y se limpiГі el sudor frГo con su mano temblorosa. Un olvidado hecho que le causГі terror en la infancia se instalГі de nuevo en su cerebro y le aprisionГі los hombros. Estando de visita donde los abuelos, el pequeГ±o Grigori se quedГі encerrado en un sГіtano oscuro. Solo estuvo preso en la hГєmeda mazmorra dos horas pero aВ Г©l le pareciГі que habГa pasado toda una semana. No importa cuanto lo tranquilizaron despuГ©s, esa fobia infantil, quedarse encerrado bajo tierra y sin luz, se instalГі para siempre en la conciencia de Grigori Averianov. Г‰l se avergonzaba de eso, pero no podГa hacer nada, el terror era mГЎs fuerte.
El capitГЎn subiГі de nuevo aВ la superficie y tapГі la tumba. Lo mГЎs importante es que Г©l habГa encontrado una entrada aВ la misteriosa Ciudad de los Muertos. Ahora Г©l podrГa encomendar el trabajo aВ los especialistas. Y con eso se tranquilizГі.
AВ la semana siguiente, un arqueГіlogo experimentado bajГі al subterrГЎneo. Los ojos de este brillaron de Г©xtasis anticipando descubrimientos importantes. El capitГЎn solo necesitaba la caja de metal en forma de urna. Г‰l estaba listo para conceder el honor del descubridor al cientГfico.
Grigori Averianov esperГі al arqueГіlogo 24В horas seguidas. DespuГ©s tres largos dГas. Г‰l temГa, alejГЎndose de la tumba, no estar presente cuando regresara el cientГfico con ese hallazgo valioso para el estado. Pero pasГі una semana completa y no apareciГі nadie desde el foso.
Siguiendo la opiniГіn generalizada de que, para el estudio de los subterrГЎneos era absolutamente necesario un especialista en cuevas, Averianov se trajo aВ la Ciudad de los Muertos aВ otro arqueГіlogo junto con un espeleГіlogo. El capitГЎn esperГі en la cripta, mirando constantemente el reloj. Al principio habГan acordado ocho horas para regresar, pero estas pasaron y nadie apareciГі. El minutero dio todavГa igual cantidad de vueltas y no hubo ni un sonido desde el subterrГЎneo. Pasaron tres dГas y ya fue claro que los cientГficos tambiГ©n desaparecieron.
Averianov recordaba las horribles historias que oyГі sobre la Ciudad de los Muertos y preparГі la siguiente expediciГіn muy cuidadosamente. El capitГЎn hallГі al mejor escalador, aВ un experimentado espeleГіlogo y aВ un alpinista, vencedor de varias montaГ±as de siete mil metros. Para su protecciГіn le fueron asignados dos miembros armados de las fuerzas especiales de la KGB. En calidad de especialista de conservaciГіn de antigГјedades, Averianov escogiГі aВ un joven arqueГіlogo. AВ esa expediciГіn se le suministro los aparatos de radio mГЎs modernos. El grupo fue unido con una cuerda de nylon, uno de cuyos extremos se quedГі en la superficie.
La expediciГіn, la cual constaba de seis personas bajГі aВ lo desconocido al amanecer. Averianov notГі que el escalador y el alpinista se persignaron. Averianov, comunista Г©l, lo hubiera hecho tambiГ©n si eso hubiera ayudado al Г©xito de la empresa. Los primeros minutos se escuchaban las voces alegres, despuГ©s se cortГі la conexiГіn de radio. Pero esto era de esperarse ya que el espesor de tierra entre ellos era grande. Averianov contaba con el restablecimiento de la seГ±al si, de repente, la expediciГіn salГa aВ la superficie en otro lugar.
Grigori Averianov controlaba el movimiento del grupo con la cuerda de nylon. La gruesa bobina giraba tranquilamente, eso querГa decir que la expediciГіn avanzaba en la profundidad. Cada quince minutos habГa dos tirones de la cuerda, entonces todo iba como planeado, sin accidentes.
Pero despuГ©s del quinto lapso de un cuarto de hora correspondiente, hubo tres fuertes tirones de la cuerda. Peligro! Entonces la bobina girГі mГЎs rГЎpido y de nuevo, tres tirones! Y el capitГЎn sintiГі que la cuerda se aflojГі, que ya no tenГa tensiГіn. SerГa que estaban regresando?
Г‰l recogiГі algunos metros de la cuerda y entonces halГі con fuerza. Esto era una pregunta: Todo estГЎ bien? En lugar de respuesta la cuerda cayГі al piso sin fuerza. El capitГЎn halГі otra vez y no hubo ninguna resistencia. Entonces, de una manera desesperada, empezГі aВ halar y halar hasta que apareciГі la punta ennegrecida de la delgada cuerda.
DespuГ©s de la desapariciГіn de los miembros de las fuerzas especiales, la alta jefatura de la KGB llamГі la atenciГіn de lo desordenado del comportamiento del capitГЎn Averianov. Por aГ±adidura, en Uzbekistan corrieron los rumores de que la KGB resuelve el problema de los ciudadanos “incГіmodos” con secretas cГЎrceles subterrГЎneas. El detallado informe de Averianov sobre las no exitosas expediciones no satisfizo aВ las autoridades de la KGB. Era difГcil creer en la desapariciГіn de nueve personas sin dejar rastros. En cualquier caso dieron la orden de buscar aВ los desaparecidos en todo el paГs; lo cual no dio resultado. AВ Grigori Averianov le prohibieron ir aВ Asia Media durante varios aГ±os, aВ pesar de sus argumentos sobre la importancia para el paГs de seguir buscando el crГЎneo del poderoso TamerlГЎn. En esos aГ±os ya Khrushchev no gobernaba la UniГіn SoviГ©tica y los nuevos gobernantes creГan mГЎs en la fuerza de las cabezas termonucleares que en la de huesos antiguos.
“Para nosotros es suficiente el poder de los difuntos en la Plaza Roja, – bromeó el alto miembro del Comité Central del PCUS en una conversación con el director de la KGB. – Stalin y Lenin protegen al Kremlin de cualquier peligro.”
El director de la KGB no discutiГі. Pero como buen pragmГЎtico pensГі que, reprimir al pueblo dentro del paГs, es un tipo de fuerza; y conquistar paГses extranjeros es, absolutamente, otro. Tras largos aГ±os de servicio en la seguridad del estado, se habГa encontrado con hechos tan improbables que no descartaba nada mГstico. Cualquier milagro debГa servir al paГs, por eso, el director de la KGB emitiГі una orden secreta y fue enviada en un sobre especial aВ la secciГіn de la KGB en Samarkanda.
Antes del envГo, eliminГі la prohibiciГіn aВ Grigori Averianov:
– Como muestra de respeto hacia tu padre te nombro coordinador de este asunto. En cuanto nuestra paloma mensajera llegue a su nido, tú serás notificado. Espera y ármate de paciencia. —
La espera de Grigori Grigorievich Averianov se estirГі largos aГ±os.
14.– Escape de la trampa
Tikhon tomГі aВ la muchacha por el codo, mirando hacia la puerta que se estaba abriendo. Ahorita los encuentran en el lugar del crimen y entonces los arrestarГЎn. Demostrar su no participaciГіn en el horrendo crimen del cineasta va aВ ser difГcil, sino imposible. Correr hacia el jardГn no tiene sentido, allГЎ tambiГ©n hay un policГa. Y si se meten al dormitorio y salen por la ventana? El ruido va aВ ser inevitable. Te van aВ agarrar al tratar de salir por ella. No, por ahГ no podemos escapar.
La puerta se estГЎ abriendo, un instante mГЎs y ellos caerГЎn en las manos de los funcionarios armados, como pajaritos.
Y entonces Zakolov tuvo una idea. Le susurra aВ Tamara:
– Ponte de espaldas a la puerta y quédate quieta hasta que yo te llame.-
No quedaba tiempo para mГЎs explicaciones. Tikhon expuso el cuerpo de la muchacha frente aВ la puerta y Г©l se escondiГі tras el batiente que se abrГa. Este ya estaba perpendicular aВ la salida cuando el policГa, viendo aВ Tamara, ordenГі:
– Detente, no te muevas! —
El funcionario dio un paso adelante. Zakolov esperaba justamente eso. HalГі suavemente la pesada puerta, para que pareciera que fuera por inercia y entonces la devolviГі violentamente. La puerta vibrГі por el fuerte golpe contra la frente del policГa. Este cayГі noqueado. La pistola rodГі por el suelo y se detuvo aВ los pies de la muchacha. Tikhon tomГі aВ la desconcertada muchacha la empujГі hacia la puerta y pasaron ambos sobre el policГa desmayado.
Tamara se dirigiГі aВ la reja abierta que conducГa aВ la calle. Tikhon le quitГі las fotografГas que ella tenГa en sus manos y las tirГі al suelo, la tomГі por el talle y se dirigiГі hacia un ГЎngulo de la casa.
– No hay que apurarse hacia la calle. Pensemos lГіgicamente, -le susurrГі llevГЎndosela hacia el jardГn. – Ahora el segundo policГa viene ayudar al otro y cuando vean el papelero ahГ tirado ante la salida, van aВ correr hacia la calle. Mientras tanto nosotros nos vamos por el jardГn. —
Y asГ resultГі. Los dos policГas, maldiciendo, atravesaron la reja de salida. Los dos jГіvenes saltaron tranquilamente la valla trasera y, sin ser molestados, salieron aВ la calle paralela.
Cuando llegaron al apartamento de Kushnir, Tikhon, apartando toda galanterГa, interrogГі aВ la chica:
– Tamara, es hora de hablar seriamente. Alguna cosa no me has dicho. Quien son los otros que buscan lo mismo que nosotros? —
– Ya te lo dije. Es la KGB. DespuГ©s del artГculo interrogaron aВ todos. Y hasta me siguieron! —
– Hasta ayer yo tambiГ©n pensaba eso. Pero la seguridad del estado no actГєa asГ. Ellos, simplemente, hubieran arrestado aВ Kasimov, hubieran utilizado sus mГ©todos acostumbrados y si habГa que desaparecer aВ alguien hubieran montado el teatro de un desgraciado accidente. Esto fue el trabajo de unos malandros crueles. —
– Y si alguien de la KGB actúa, sin órdenes, por su propia cuenta? —
– No. A Kasimov no lo visitaron ellos. Por lo que se ve, estos tipos son malos, pero no profesionales y no del sistema. Quien más puede saber acerca del secreto relacionado con el cráneo de Tamerlán? A quien más le contó esta historia el cineasta? —
– AВ mГЎs nadie. Yo fui la primera. Recuerda, yo fui donde Г©l para entrevistarlo acerca de la guerra. Pero ese increГble secreto ya lo estaba quemando. De tal manera que lo dijo y se sintiГі mГЎs aliviado. —
– Ya lo dijo Sócrates, es más fácil para una persona mantener una aguja caliente en la lengua que guardar un secreto. —
– SГ. Y tГє, por lo que veo, eres leГdo. Citas aВ Shakespeare y aВ SГіcrates. Menos mal que estudias tecnologГa. —
– La educación técnica es más amplia que la humanitaria. —
– Y eso por qué? —
– Porque un fГsico oВ matemГЎtico instruido puede dominar todo lo que sabe cualquier periodista. En cambio tГє, no sabes por quГ© se prende un bombillo, por quГ© trabaja un televisor oВ por quГ© vuelan los aviones. —
– Que? Pregúntame… —
– Bueno, por qué vuelan los aviones? Uno grande, pesado. —
– Porque tiene alas, como las aves. —
– El avión no mueve las alas.. —
– No molestes! —
– Te das cuenta?… Ok. Nos distrajimos. Zakolov se secГі las cejas y, de nuevo, se dirigiГі aВ la muchacha: – Dijiste que todos los ejemplares del periГіdico con el artГculo fueron recogidos. Todos salvo el que tГє escondiste. Es asГ? —
– El jefe de redacción, que destituyeron, también guardó uno. —
– Quien es él? —
– Un tipo normal. David Bakhtangovich. Veinte años en el periodismo. Excelente periodista, si quieres saber! No tuvieron clemencia. Lo botaron sin derecho a trabajar en otros medios de comunicación. Te imaginas? —
– Me imagino lo indignante. —
– Y como! Es georgiano, llevan el orgullo en la sangre. Lo botaron como a cualquier zagaletón. —
– Oye, un georgiano en la capital de Uzbekistán? —
– Epa, tecnГіlogo, lГmpiate los ojos, estamos en el siglo veinte! Tashkent siempre fue una ciudad internacional. Y despuГ©s del terremoto del 66, todo el paГs vino aВ ayudar. Yo soy judГa, Г©l es georgiano y despuГ©s que lo sacaron, el periГіdico lo dirige un armenio. AВ propГіsito, te voy aВ decir un hecho interesante. En el mundo hay dos naciones muy antiguas, las cuales no se ubican en su patria histГіrica. —
– Espera, ya te lo voy a decir. Los hebreos y…. —
– Y los armenios. Esos pueblos nunca conquistaron aВ nadie, y si pelearon, fue solo por su tierra. AВ ellos, por lo contrario, los oprimieron y exterminaron, pero los sufrimientos los endurecieron. Los judГos y los armenios estГЎn dispersos por todo el mundo, se les puede encontrar en cualquier paГs, en cualquier continente. Por todo eso, ellos no olvidan sus raГces histГіricas y se enorgullecen de su nacionalidad. —
– Enorgullecerse de su nacionalidad es lo mismo que enorgullecerse porque naciste un martes y no un miércoles. La persona debe enorgullecerse por sus propios logros. —
– Si eres obstinado!. Zakolov, olvГdate un poco de tu lГіgica lineal. Hay valores supremos. —
– Si los hay. No lo discuto. Son las cumbres en la ciencia y el arte que alcanzó la humanidad. Y en eso no es importante la nacionalidad de esos gigantes del razonamiento cuyos frutos utilizamos. —
– Como sea. Para mà no es igual. —
– Bueno. Otra vez nos desviamos del asunto. Volvamos al redactor. Que crees tú? A este David Bakhtangovich también se le puede ocurrir ponerse a buscar el cráneo de Tamerlán? —
Tamara arrugó la frente y ponderó la pregunta. Zakolov continuó: – Quizás él también quiere hacer justicia y conservar su trabajo. —
– Yo hablé con él. Bromea, se mantiene alegre, pero se ve que no está bien. Sin embargo, como decirte? Él es un trabajador de oficina, acostumbrado a lidiar con papeles y una aventura real no puede imaginarla. —
– Eso depende de cuГЎl es el objetivo. En cualquier situaciГіn mucho se resuelve con la motivaciГіn. Nuestros adversarios ya mataron aВ alguien, eso significa que nos metimos en algo muy serio. TГє te atreverГas aВ matar aВ alguien solo para que te devuelvan tu trabajo? —
– No. Pero yo soy una mujer. —
– O sea, para esos trabajos sucios existen los hombres? Caballeros andantes como yo? —
– Zakolov, deja de hacerte el payaso! Mejor dime que hacemos ahora. Ya no estГЎ Kasimov, botaste las fotografГas que tenГa en mis manos, y ahГ estaban el mausoleo y mezquitas de la Г©poca de TamerlГЎn. Es posible que Kasimov fotografiara estos sitios con alguna intenciГіn. —
– Yo me imagino que tú conoces esos lugares muy bien. —
– Claro. —
– Significa que nosotros no necesitamos las fotografГas. OВ en una habrГa alguna nota y tГє olvidaste en cual. —
– Cual nota? —
“– AquГ, bajo estas piedras estГЎ el crГЎneo de TamerlГЎn. —”
– Muy chistoso. —
– Para que queremos fotografГas sin notas? —
Tamara se entristeció. Tikhon se puso pensativo, bajó la cabeza, cruzó sus dedos. Sus labios pronunciaron suavemente: “sin notas, sin notas.”. Y de repente reaccionó:
– En el despacho de Kasimov vi una foto curiosa! Y creo que ahà hay una nota.
– Por qué no lo dijiste? Dónde? Cual foto? —
– En la pared. Recuerdas la pared que tenГa aquel montГіn de fotos? —
– SГ. —
– En una de ellas está Kasimov, en algún museo, mirando un cuadro extraño.
– Y? Que nota viste ah� —
– En el cuadro hay un dibujo raro con sГmbolos. PodrГa ser un mensaje cifrado. —
– Es arte abstracto, Zakolov! Los pintores no se ponen con esas cosas. —
– Es posible. Pero no te dije lo más importante. En el momento de morir, Kasimov no miraba a cualquier lado sino justamente hacia esa foto —
– Tú crees que eso es importante? —
– Claro! Г‰l estaba mirando aquello, por lo cual morГa! —
– Y que habГa ahГ? —
– Tengo que recordar el dibujo. —
Zakolov saltГі, tomГі una hoja de papel y se concentrГі en dibujar sГmbolos. Tamara miraba por encima del hombro. Tikhon dibujaba sГmbolos angulosos, borraba algunos, dibujaba de nuevo, se quedaba pensando y de desesperaciГіn mordiГі el lГЎpiz. DespuГ©s tirГі el papel, rompiГі el lГЎpiz y apretГі el puГ±o.
– No puedo recordar con exactitud! En el cuadro tambiГ©n habГa puntos. Que probablemente significaban algo tambiГ©n. LГЎstima que no agarrГ© la foto. Y volver aВ esa casa no es posible. La policГa estarГЎ trabajando en las evidencias.-
– Espera. – Tamara apretГі el hombro de Tikhon. – Cuando lo entrevistГ© yo le pedГ aВ Kasimov fotografiarlo para el periГіdico. Al principio se negГі, pero despuГ©s se parГі al lado de esa pared, me dio instrucciones y el mismo estableciГі la luz. TomГ© la foto, pero en el periГіdico no la colocaron en el artГculo. —
– La tienes todavГa? —
– SГ. Ayer querГa mostrГЎrtela. Ya va. – La muchacha abriГі un cajГіn, sacГі la foto y se la dio aВ Zakolov. – Mira, Г©l estГЎ al lado de ese cuadro!
15.– La Гєltima fotografГa de Kasimov
Con agitaciГіn, Tikhon tomГі la pequeГ±a foto y la mirГі con atenciГіn. Era incГіmodo observar el rostro vivo de alguien recientemente asesinado. Malik Kasimov miraba el objetivo como desafiando al observador y preguntГЎndole: Yo soy una persona meritoria y tГє, quiГ©n eres? La sombra que habГa aВ la derecha no dejaba ver las fotografГas de ese lado de la pared, pero aВ la izquierda se veГa claramente la foto que interesaba aВ Zakolov.
Tikhon acercГі la fotografГa aВ sus ojos, tratando de distinguir los sГmbolos en el cuadro.
– Tú no conoces el autor de esa pintura? – preguntó a la muchacha.
– No. No parece de la escuela europea y menos, oriental. Por lo menos en ningún museo de Tashkent está. Eso te lo aseguro. —
– Me imagino que en otros museos tampoco. Es posible que eso sea un fotomontaje. Kasimov era un profesional. —
– Y que te dice todo eso? —
– Si fue él mismo que escogió eso para tratar de decir algo, y en el contexto de la conversación sobre Tamerlán entonces… —
Entonces sonГі el timbre del apartamento. Zakolov y Kushnir intercambiaron miradas preocupadas.
– La policГa no puede involucrarnos tan rГЎpido. – Tikhon tratГі de tranquilizar aВ Tamara, pero para sus adentros, pensГі: “AВ menos que se lo hayan dicho nuestros misteriosos adversarios”.
Un nuevo timbrazo insistente puso aВ temblar aВ la muchacha. Zakolov tomГі sus manos, calculando las posibles variantes. Los habrГan visto en la casa de Kasimov oВ no? Dejaron huellas oВ no? Debimos habernos cambiado de ropa enseguida.
Enseguida despuГ©s del tercer timbrazo se oyГі la voz impaciente de Evtushenko:
– Tikhon, Tamara, soy yo, Sasha! —
– Como lo olvidé! – Zakolov se golpeó la frente y fue a abrir la puerta.
– No molesto? – sonriendo irónicamente, Evtushenko entró al apartamento.
Involuntariamente, Tamara se arreglГі el cabello.
– Donde estuviste? – Preguntó Tikhon, sin hacerle caso a la indirecta. – Si yo te contara! —
– Me fui a ver Tashkent. Somos turistas, no? Y ya que ustedes no me llevaron… —
– Pero no sirviГі de nada. Si hubieras ido aВ la casa del cineasta y hubieras vigilado mientras estГЎbamos adentro, muchas cosas serГan mГЎs claras. —
– En la noche se va el tren. Lo recuerdas, no? —
– La noche es la noche. Ahorita es el dГa. – GruГ±Гі Tikhon y, de nuevo, se dedicГі aВ mirar la fotografГa.
– Que es eso? – Se interesó Alexander. – Kasimov? —
– AВ mГ no me interesa Г©l, sino el cuadro. Pero la foto es muy pequeГ±a. – Hay unos dГgitos, pero son difГciles de ver. —
– DГgitos? – se extraГ±Гі Evtushenko. – Estamos jugando aВ los espГas? —
– Por ahora, a los arqueólogos. Pero es un juego muy peligroso. Ya hoy mataron a una persona. —
– Kasimov. – dijo Evtushenko.
– Como lo sabes? Ya hablan de eso por ah� – Se preocupó Tamara.
– Se me ocurrió, porque ustedes fueron para allá. —
– Tienes razón. Unas bestias lo mataron justo antes de nuestra llegada. En su casa encontramos solamente el cadáver. —
– La policГa casi nos agarra! – dejГі escapar Tamara. – Apenas pudimos salir.
– Vaya, vaya! Buen comienzo. —
– AsГ es. No pudimos hablar con Kasimov. Mira, Г©l es quien estГЎ en la foto. Eso fue hace tres semanas, Г©l estaba bien y sano. Esta, probablemente, es su Гєltima fotografГa. – Decepcionado, Tikhon apartГі la foto.
– Si es muy pequeña, entonces no hay sino que agrandarla. – propuso Alexander.
– Claro! Tamara, todavГa tienes el negativo? DГіnde estГЎ? —
– No fui yo quien la imprimió, sino nuestro fotógrafo de la redacción. Ni siquiera tengo el equipo de impresión. —
– Él te devolvió el negativo? —
– No. Para que yo lo querrГa. Г‰l se quedГі con el rollo. —
– Puedes llamarlo por telefono? Es necesario hacer ese agrandamiento inmediatamente. —
– Voy a llamarlo. Vamos a ver si está en casa. —
– Trabaja en su casa? —
– Román Kireev no es un trabajador fijo del periódico, es contratado, como yo. —
– Espera, voy aВ ver si no nos estГЎn escuchando otra vez. – Zakolov se asomГі aВ la ventana y constatГі que el patio estaba vacГo, entonces le dijo: – Puedes telefonearle. —
Tamara Kushnir marcГі el nГєmero, le respondieron, coqueteГі unos minutos con el interlocutor y, de repente, gritГі:
– Román tiene los negativos! Que de qué tamaño quieres la foto? —
– Él vive lejos? —
– No mucho. —
– Dile que vamos para allá. Yo le mostraré. —
RГЎpidamente, Tamara se puso de acuerdo con RomГЎn y colgГі la bocina. En sus ojos habГa chispazos de pasiГіn cazadora:
– Tú crees que estamos en la dirección correcta? —
– Puede ser. —
– Román nos espera.
– Vamos! —
La muchacha se preocupГі:
– El policГa me vio en la casa de Kasimov. De repente me reconocen. —
– No te preocupes. El policГa notГі aВ una muchacha desconocida, la vio de espaldas y, apenas, un segundo. En este caso que mira un tipo? —
– El peinado? – dudó Tamara.
– Y tú, qué opinas Alexander?
– El trasero. – sonriendo, agregó Evtushenko.
– Eso está más cerca de la realidad. En ese momento no tuvo tiempo de ver más arriba de la cintura. Y ahora, nuestro problema es dirigir nuestra atención a otra cosa. Tienes una mini-falda? – preguntó Tikhon a la muchacha. Tamara asintió. – Entonces póntela. Mientras más corta, mejor. No olvides unos zapatos acorde con la mini. Y hazte una cola de caballo con una cinta bien llamativa.
Tamara se dirigiГі aВ la habitaciГіn pero Tikhon la detuvo en la puerta y le dijo que se volteara.
– Sasha, imagГnate que eres un policГa. MГrala y trata de recordarla ahorita enseguida. —
Cuando Tamara volviГі, en tacones altas y mini-falda de tela de jeans, con una blusa clara suelta y con su cabello recogido en cola de caballo, Zakolov le propuso que posara como en pasarela.
– No se reconoce. Es otra chica. – Evtushenko se entusiasmó.
“Y muy bella”, – quiso agregar Tikhon, apreciando, de nuevo, sus largas piernas y su talle esbelto.
En el piso de arriba del apartamento de Tamara Kushnir un tipo, en impermeable beige, habГa interceptado la conversaciГіn telefГіnica. Entonces bajГі al patio y saliГі aВ la calle y, desde un telГ©fono pГєblico se comunicГі:
– Ellos van aВ casa de un fotГіgrafo de nombre RomГЎn. Van aВ agrandar la fotografГa de Kasimov. —
– La dirección del fotógrafo? —
– Ahorita la rastreo. —
– Me la comunicas enseguida y prepárate para la acción. —
– Yo soy un boy scout, siempre listo! —
16.– Doble visita al fotógrafo
La puerta del apartamento del fotГіgrafo en el sГ©ptimo piso se abriГі enseguida despuГ©s del primer toque de timbre. Al muchacho en lentes oscuros, de cabello largo y sin afeitar se le congelГі la sonrisa cuando vio aВ Zakolov y entonces recriminГі aВ Tamara:
– A quién trajiste? —
– Eso no te importa, Román. – Tamara empujó al flaco fotógrafo y entró al apartamento.
– Vamos aВ suponer que no me importa, – asintiГі pacГficamente RomГЎn, dejando pasar aВ Zakolov. – Pero es mejor cuando la chica viene sola, sin escolta. —
– Pero no donde un mujeriego como tú. —
– Pero Tamara, que te pasa? Yo soy bueno y cariñoso. —
Tamara paseГі su vista por la habitaciГіn oscura por las cortinas cerradas, entonces se volteГі para enfrentar al fotГіgrafo con anteojos de sol y le dijo, sarcГЎsticamente:
– El sol aquà adentro no te deja ver? —
– Gajes del oficio, Tamarita. Ya me acostumbré a la penumbra del laboratorio.
– Mira, te presento a Tikhon. Él estudia con mi hermano. —
– Ahhh. Cohetes y aviones. – RomГЎn le hizo un medio saludo aВ Zakolov pero enseguida se concentrГі en las largas piernas de la joven. – Tamara, hoy estГЎs estupenda! Ven para tomarte una foto al estilo “seducciГіn”. SiГ©ntate aquГ. —
Г‰l le seГ±alГі un divГЎn bajo, con muchos cojines y habГa una lГЎmpara sobre un trГpode apuntando hacia Г©l. Tamara se acomodГі en el suave divГЎn, cruzГі las piernas de manera que estaban mГЎs expuestas y preguntГі:
– Que tal si la tomas al estilo “new”? RomГЎn, tГє no me habrГЎs confundido con alguien? OВ estarГЎs haciendo una colecciГіn? – Repentinamente seГ±alГі con su dedo las grandes fotografГas de mujeres semidesnudas que adornaban las paredes del apartamento. Muchas de ellas fueron tomadas, en esas poses frГvolas, en este divancito. Es una galerГa de tus Г©xitos artГsticos oВ masculinos? —
– Y unos…, y otros. —
– Como consigues los…… otros? —
– En primer lugar, yo soy un artista. Artista de la fotografГa. AВ las mujeres les gustan. En segundo lugar, yo conozco las leyes elementales de la fisiologГa. —
– Curioso. —
– El color rojo estimula el deseo sexual. Tú no tienes un vestido rojo encendido que te quede ceñido? —
– Creo que no me lo puedo costear. —
– Lástima. Los tipos cuando lo ven se lanzan. Pruébalo. —
– En la edad madura, sin falta, utilizaré tu consejo. Efectivamente, el organismo macho reacciona fuertemente al rojo. Enseguida se piensa en los toros de las corridas. —
– Te equivocas! Las reacciones fisiológicas no dependen del género. Todo sucede a nivel del subconsciente. —
– Ahora entiendo porque los “rojos” le ganaron aВ los “blancos” en la guerra civil. Tras ellos iban las mujeres, y ellas son la base de cualquier paГs. TГє recibes las chicas en bata roja, no? —
– Mira por dónde viene! Todo es más sencillo y natural. Primero yo le tomo la foto, y enseguida voy con ella para imprimirla. En el laboratorio estrecho y tibio, bajo la luz de la lámpara roja, la silueta va apareciendo lentamente en el papel y eso actúa de manera irresistible. La luz roja envuelve, está en todas partes, la chica se baña en ella y después, ella misma, me lleva a la cama. – Román lo dice, orgulloso. – Y entonces, te fotografiamos? —
– Será en otra oportunidad, Román. —
– La belleza es un fenómeno momentáneo y el artista es el llamado para fijarlo para la eternidad. —
– Mira tГє, RomГЎn es Rafael! OВ mГЎs bien te gusta Ticiano? Aunque Г©l tenГa preferencias por formas mГЎs exuberantes. —
– Cada época tiene su standard de la belleza femenina. —
– Eso contradice lo que acabas de decir sobre la eternidad. – Zakolov se entrometió en el duelo verbal. – Para que fijar la belleza si medio siglo después no va a parecer tan bello? —
– Tikhon es el representante brillante de una nueva generación: El Logicus Sapiens. – Explicó Tamara.
Pero sus palabras confundieron aГєn mГЎs al fotГіgrafo y sacudiendo su mano dijo:
– De insectos yo no sé nada. —
Para no carcajearse, Kushnir se tapГі la boca con la mano. Zakolov sacГі la fotografГa de Kasimov y llevГі la conversaciГіn hacia lo que querГan:
– RomГЎn, necesitamos agrandar esta fotografГa. Entiendo que tГє tienes el negativo. —
RomГЎn mirГі la foto y se dirigiГі aВ la muchacha:
– Tamara, te estás metiendo en asuntos malos otra vez. No te bastó con aquello? No, engañas a los inocentes y le traes este pan al pobre artista. —
– Para este pan hay una cola larga y a mà no me gusta hacer cola. —
– Hacer cola es una tonterГa. Lo importante es hacer la cola apropiada. —
– Ahà te apartan a codazos. —
– Que quisquillosa! —
– Dónde está el negativo? – Tikhon ya no soportó la conversación.
RomГЎn, impotente, moviГі la mano y se rindiГі:
– Yo sabГa que no te iba aВ convencer. Vamos al laboratorio. Ya todo estГЎ listo.
Bajo el pomposo tГtulo de “Laboratorio” se escondГa un cuarto de baГ±o lleno de aparatos fotogrГЎficos. Tres persona apenas cabГan en el cuartucho oscuro. RomГЎn cerrГі la puerta completamente, se quitГі los anteojos de sol y prendiГі la lГЎmpara roja.
– Este es el cuadro. – Román conectó la ampliadora fotográfica y en el rectángulo apareció Malik Kasimov, con cabello y ojos blancos. – Quieren agrandar toda la foto? —
– No. Solamente esta parte. – Tikhon señaló el cuadro al lado del hombro de Kasimov.
RomГЎn moviГі una ruedecita para hacer subir la ampliadora. Poco aВ poco todo el cuadro estaba ocupado por la borrosa foto de la pared de Kasimov, en la que se veГa al cineasta al lado del cuadro extraГ±o. RomГЎn apuntГі el objetivo hacia el lugar indicado entonces apareciГі el lienzo gris con sus sГmbolos geomГ©tricos blancos.
– Que son esos signos diabólicos? – murmuró Román.
– Yo pensГ© que tГє podГas conocer algo de esa corriente artГstica. – suspirГі Tamara.
– Este no es Rafael. —
– Ya me doy cuenta. —
– Ni siquiera Kandinsky ni Malevich. —
– ImprГmela, por favor. – le solicitГі Tikhon.
RomГЎn colocГі en el marco papel para fotografГa, quitГі, por unos segundos, el filtro del objetivo y lo volviГі aВ poner. El papel fotogrГЎfico bajГі desde el objetivo hasta el recipiente con la soluciГіn.
El fotГіgrafo empujaba, cuidadosamente, el papel hacia el fondo del recipiente con una pinza. Tres pares de ojos observaban, expectantes, como en el blanco papel aparecГan segmentos oscuros y puntos negros y poco aВ poco llenaban toda hoja. Un momento mГЎs tarde, RomГЎn sacГі la foto con la pinza, dejГі que goteara el revelador y colocГі el cartoncito en el fijador. Cuando terminГі el proceso, encendiГі laВ luz.
– Listo. Ahora, puedo contar con un agradecimiento? – dijo el fotógrafo y se le acercó a la muchacha hasta llegar a rozarla.
– Gracias Román. Tú eres un verdadero amigo. —
– Y eso es todo? – Román apretó a Tamara.
Tamara saliГі del baГ±o, pero RomГЎn la siguiГі.
Tikhon Zakolov se quedГі solo, observando con atenciГіn la foto hГєmeda. Lo que estaba representado en el cuadro del museo, era un patrГіn de incomprensibles y separados sГmbolos. Todos estaban bien diferenciados y Tikhon pudo observarlos en detalle.
El dibujo completo era este:
Pero qué es esto? Ángulos, cuadrados, puntos. Como se puede descifrar? Además, es que esto es un cifrado? Es que son pocos los pintores que sueñan con la grandeza de Malevich cuando este pintó “El cuadrado negro”? Es posible que el siguiente loco infeliz decida ser el fundador de la nueva dirección bajo la divisa: “El Cubismo” a la basura, ahora viene “El Geometrismo”!
Tikhon tratГі de traducir el cuadro al acostumbrado lenguaje de los nГєmeros. 19В puntos, 34В sГmbolos, 62В ГЎngulos, 93В segmentos. RГЎpidamente sumo, restГі, multiplicГі esas cifras en diferentes combinaciones. Ninguno de esos resultados le dio una pista para la soluciГіn.
El callejГіn sin salida.
Zakolov dejГі de mirar los signos misteriosos para concentrarse en la figura del cineasta frente al cuadro. Г‰l estГЎ de pie medio volteado hacia el cuadro, pero muy atento aВ la pintura y en su mano tiene un libro grueso. Vas aВ un museo con un libro? Es extraГ±o, aВ menos que sea un catГЎlogo de la exposiciГіn. Tikhon intenta ver la portada del libro. Un dibujo, parte de una palabra. Muy pequeГ±o y nada claro.
SaliГі del cuarto de baГ±o y se dirigiГі aВ RomГЎn, quien estaba tirado en el divГЎn con los infaltables lentes deВ sol:
– Tú no crees que esto puede ser un fotomontaje? —
– Por la copia, no puedes determinarlo. – se sonriГі el fotГіgrafo, aspirando un cigarrillo. – Si yo viera el original, opinarГa. E inclusive asГ, no serГa determinante. Kasimov es un profesional de alto nivel. Para Г©l, hacer esa composiciГіn es muy fГЎcil! —
– Y puedes hacer otro agrandamiento? Yo quisiera leer el nombre del libro. —
– Para que molestarse? Que Kushnir le pregunte a Kasimov. Por lo que parece, al viejo le gustó ella. Digo, por todo lo que habló. —
– Desgraciadamente, es imposible. – Zakolov lo dijo como evadiendo cualquier pregunta.
– Entiendo. El viejo se disgustГі por lo del artГculo. EstГЎ bien dame acГЎ! – RomГЎn agarrГі la foto, lentamente exhalГі dos anillos de humo y exclamГі: – Tamara, tu amigo me pide lo imposible! —
– Inténtalo Romancito. Tú eres un maestro. – Coquetona, le pidió la muchacha, se sentó a su lado y le acarició el cabello.
– Solo por ti lo hago. – Se alegró Román, mirando lujuriosamente, las caderas de la muchacha.
– Dale pues. —
El fotГіgrafo saltГі, apagГі la colilla del cigarrillo y llamГі aВ Tikhon:
– Epa, Cohetes y aviones! Ven para mostrarte algo de conocimiento popular.
En el cuarto de baГ±o, RomГЎn colocГі la ampliadora en un extremo de la mesa, cambiГі el objetivo por uno mГЎs poderoso y apuntГі la luz directamente al piso.
– Ahora veremos cuales libros lee el respetado Malik Kasimov. —
Pasados unos minutos Zakolov tenГa en sus manos la nueva hГєmeda impresiГіn.
– Bueno, ahà la tienes. Nada del otro mundo. —
Con ansiedad, Tikhon considerГі la imagen ampliada. Kasimov agarraba el libro por la parte de arriba. Su mano casi tapaba el tГtulo de tres lГneas. En la primera lГnea se veГan las dos primeras letras: “DI”, en la segunda, debГa haber, en letras pequeГ±as, una preposiciГіn oВ una contracciГіn, y en la tercera y cuarta lГneas se veГan las Гєltimas letras: “OMA” y “SO”. Por el tamaГ±o de las letras, en esas tres lГneas solo habГa una palabra por lГnea.
– Que libro es ese? – Tamara, con curiosidad, se adhiriГі aВ Tikhon. Este sentГa la respiraciГіn hГєmeda de la muchacha en el cuello.
– TodavГa no entiendo. – Tikhon intentaba variantes del tГtulo pero no obtenГa algo con sentido.
– Alguna idea? —
– Por ejemplo: “DILEMA DEL SARCOMA HUESO”. Es absurdo, no? —
– Claro. Hay otra variante: “DIVERSION EN LA LOMA RISO”. Pero por aquà no hay ninguna colina Riso. —
Y qué te parece: “DICIEMBRE, LA PALOMA PUSO”? – Tamara cambió la expresión risueña, se puso seria y dijo: – No tratemos de adivinar. Vayamos a la biblioteca y miremos las variantes de nombres en las tarjetas ordenadas.
– No es mala idea. Pero te dice algo este dibujo? —
En la parte de abajo de la tapa del libro se veГa claramente un dibujo: dos parrillas entrecruzadas, como las que se usan para jugar la vieja. Una parrilla derecha y la otra dibujada con diagonales.
– No. Pero te puedo decir que esa no es una ilustraciГіn de una producciГіn artГstica. MГЎs bien parece un libro cientГfico oВ uno de rompecabezas. —
– Bueno, tenemos que rompernos la cabeza. —
– Crees que el libro tiene relación con el misterio? —
– El libro no, pero si toda la fotografГa. Vamos aВ la biblioteca, aВ lo mejor aclaramos algo. —
– Ay, se me habГa olvidado. Hoy es feriado y las bibliotecas no trabajan. —
La foto se terminГі de secar y Zakolov la uniГі aВ la otra con el cuadro misterioso. Quiso meterlas en el bolsillo pero la mano se detuvo aВ medio camino y apareciГі, en su rostro, una sonrisa de felicidad. Puso las fotografГas, una al lado de la otra y moviГі su mirada entre ambas, uniГ©ndolas, partiendo las imГЎgenes entreВ sГ.
– Me parece que ya entendà de que se trata. —
– Sabes el nombre del libro? —
– TodavГa no. Pero estoy seguro de que no es por casualidad que Kasimov tine ese libro en la mano. – Tikhon le dio las fotografГas aВ la muchacha. – Mira la portada del libro y el cuadro. —
– En ambos hay sГmbolos extraГ±os. —
– No solo extraños. El patrón en el cuadro consiste de elementos del dibujo en la portada! —
– Tú crees? Y los puntos? En el cuadro hay muchos puntos, pero en la portada, no. —
– Claro. Entonces los puntos, probablemente, tienen algún sentido. —
– Déjame ver. – dijo Román. Le dio vueltas a la foto y, con seguridad, afirmó:
– El dibujo en el libro no es tipogrГЎfico. Fue hecho aВ mano. Se nota por la sangrГa, y las lГneas no son regulares. —
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=51937414) на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.
notes
Примечания
1
CC del PCUS: ComitГ© Central del Partido Comunista de la UniГіn SoviГ©tica.
2
Uno de los aeropuertos de MoscГє.
3
El nombre ruso para la 2ВЄ. Guerra Mundial.
4
Komsomol: AsГ se llamaba aВ la Juventud del Partido Comunista (PCUS) de la UniГіn de RepГєblicas Socialistas SoviГ©ticas (URSS).
5
Sasha: Apodo familiar, en Rusia, aВ los llamados Alexander.
6
Lubianka: Plaza de MoscГє donde estaba la sede de laВ KGB.
7
Profesor: El mГЎs alto grado acadГ©mico en Rusia.
8
Katiusha: Apelativo de las baterГas mГєltiples de misiles creadas en la UniГіn SoviГ©tica.
Если текст книги отсутствует, перейдите по ссылке
Возможные причины отсутствия книги:
1. Книга снята с продаж по просьбе правообладателя
2. Книга ещё не поступила в продажу и пока недоступна для чтения